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John the Beloved/es: Difference between revisions

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La magnetización que hizo Juan del rayo del amor fue la mayor de todos los discípulos. Este amor lo expresó no sólo hacia Jesús, sino también hacia la luz del Cristo en él y hacia su misión, que él, sobre todos, comprendió y compartió. Juan nos ha dicho que  su amor por Jesús era tan grande que para ascender tuvo que aprender el significado del amor impersonal.  
La magnetización que hizo Juan del rayo del amor fue la mayor de todos los discípulos. Este amor lo expresó no sólo hacia Jesús, sino también hacia la luz del Cristo en él y hacia su misión, que él, sobre todos, comprendió y compartió. Juan nos ha dicho que  su amor por Jesús era tan grande que para ascender tuvo que aprender el significado del amor impersonal.  


Juan fue el único discípulo que no abandonó a Jesús cuando éste moría en la cruz. Cuando Jesús vio a Juan al lado de María, le dijo a ella, «mujer, he ahí tu hijo»; y a Juan dijo, «he ahí tu madre»<ref></ref>. Jesús reconoció así a Juan como su hermano espiritual, como digno de ser el hijo de su propia madre y, por tanto, elevó a Juan al nivel del Cristo.
Juan fue el único discípulo que no abandonó a Jesús cuando éste moría en la cruz. Cuando Jesús vio a Juan al lado de María, le dijo a ella, «mujer, he ahí tu hijo»; y a Juan dijo, «he ahí tu madre»<ref>Juan 19:26–27.</ref>. Jesús reconoció así a Juan como su hermano espiritual, como digno de ser el hijo de su propia madre y, por tanto, elevó a Juan al nivel del Cristo.


Juan encarnó la persona plena del Ser Crístico y, de no ser cierto esto, Jesús no habría creado esa relación, porque María era Madre en el sentido arquetípico de la Madre Universal; ella encarnaba la llama de la Madre. Cuando Jesús llamó a Juan hijo suyo, hablaba no sólo en el sentido físico sino también en el sentido universal del Hijo de Dios, el Hijo de la Madre Divina, cuya representante era ella.
Juan encarnó la persona plena del Ser Crístico y, de no ser cierto esto, Jesús no habría creado esa relación, porque María era Madre en el sentido arquetípico de la Madre Universal; ella encarnaba la llama de la Madre. Cuando Jesús llamó a Juan hijo suyo, hablaba no sólo en el sentido físico sino también en el sentido universal del Hijo de Dios, el Hijo de la Madre Divina, cuya representante era ella.