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Hilarión tenía el don de la curación de manera abundante. Los sanadores grandes y verdaderos de la humanidad, los que pueden llevar a las almas al punto de resolución y plenitud con el toque de la mano o una simple orden, «¡sé sano!», son enviados por Dios. La marca de identidad del verdadero sanador es que camina a la sombra de su poderosa Presencia YO SOY, que es humilde ante Dios y el hombre y que da toda la gloria a Dios por las obras que Dios realiza a través de él, sabiendo que no es más que un instrumento del Espíritu Santo. Estos santos de Dios se mantienen en un segundo plano y no dicen que poseen el don de la curación. | Hilarión tenía el don de la curación de manera abundante. Los sanadores grandes y verdaderos de la humanidad, los que pueden llevar a las almas al punto de resolución y plenitud con el toque de la mano o una simple orden, «¡sé sano!», son enviados por Dios. La marca de identidad del verdadero sanador es que camina a la sombra de su poderosa Presencia YO SOY, que es humilde ante Dios y el hombre y que da toda la gloria a Dios por las obras que Dios realiza a través de él, sabiendo que no es más que un instrumento del Espíritu Santo. Estos santos de Dios se mantienen en un segundo plano y no dicen que poseen el don de la curación. | ||
== | == La misión de Hilarión de hoy == | ||
The melody of “Onward, Christian Soldiers” may be played to draw the radiance of Hilarion into one’s world. Through this music, we can feel the same fervor and zeal today that enabled the apostle Paul, two thousand years ago, to inspire the early Christians to establish the Church of Christ in Asia Minor and eventually throughout the known world. He imbues us with the courage necessary to fulfill our mission today with these words: | The melody of “Onward, Christian Soldiers” may be played to draw the radiance of Hilarion into one’s world. Through this music, we can feel the same fervor and zeal today that enabled the apostle Paul, two thousand years ago, to inspire the early Christians to establish the Church of Christ in Asia Minor and eventually throughout the known world. He imbues us with the courage necessary to fulfill our mission today with these words: |