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Gabriel and Hope/es: Difference between revisions

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No fue ningún esfuerzo, y no es ningún esfuerzo para un ser angélico mover la materia cuando la Divinidad le da el poder. Y la piedra no resistió el paso de la luz de mis dedos. Al agarrarla momentáneamente, se me ocurrió el pensamiento de que, quisiera Dios, incluso en ese momento podría haber hecho rodar la piedra de la muerte de todo hombre y mujer en este querido planeta hasta que todos estuvieran libres del miedo y la opresión.
No fue ningún esfuerzo, y no es ningún esfuerzo para un ser angélico mover la materia cuando la Divinidad le da el poder. Y la piedra no resistió el paso de la luz de mis dedos. Al agarrarla momentáneamente, se me ocurrió el pensamiento de que, quisiera Dios, incluso en ese momento podría haber hecho rodar la piedra de la muerte de todo hombre y mujer en este querido planeta hasta que todos estuvieran libres del miedo y la opresión.


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Los ángeles que me acompañaban, captando mi pensamiento instantáneamente, como tenemos por costumbre –porque no somos como vosotros, benditos, que necesitáis que los pensamientos se pronuncien–, rápidamente comenzaron un cántico de esperanza. Y guiados en melódica expresión por mi amada Esperanza, los ángeles empezaron esta maravillosa canción, que pareció irradiar un sendero de luz dorada de esperanza por la faz de la Tierra con el amanecer que se avecinaba. Por la mañana temprano, cuando las mujeres santas vinieron buscando al Cristo, encontraron la piedra movida<ref>El Arcángel Gabriel, 10 de septiembre de 1963.</ref>.
<blockquote>Los ángeles que me acompañaban, captando mi pensamiento instantáneamente, como tenemos por costumbre –porque no somos como vosotros, benditos, que necesitáis que los pensamientos se pronuncien–, rápidamente comenzaron un cántico de esperanza. Y guiados en melódica expresión por mi amada Esperanza, los ángeles empezaron esta maravillosa canción, que pareció irradiar un sendero de luz dorada de esperanza por la faz de la Tierra con el amanecer que se avecinaba. Por la mañana temprano, cuando las mujeres santas vinieron buscando al Cristo, encontraron la piedra movida<ref>El Arcángel Gabriel, 10 de septiembre de 1963.</ref>.</blockquote>
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Esta misma bendición y este mismo servicio de un arcángel también se nos ofrece a quienes de nosotros podamos aceptarlo. Tal como la mano de Gabriel movió la piedra ante la entrada de la tumba en la que Cristo yacía, también pueden los problemas y la densidad de nuestra vida ceder ante la luz, si le permitimos que entre en nuestro mundo. Cuando la tumba de la materialidad que está ante cada uno de nosotros como nuestra creación y densidad humanas se retira, podemos ver dentro de esa tumba al Cristo resucitado, nuestro propio Santo Ser Crístico, por encima de nosotros en los éteres, radiante en todo el esplendor de su gloria y perfección.
Esta misma bendición y este mismo servicio de un arcángel también se nos ofrece a quienes de nosotros podamos aceptarlo. Tal como la mano de Gabriel movió la piedra ante la entrada de la tumba en la que Cristo yacía, también pueden los problemas y la densidad de nuestra vida ceder ante la luz, si le permitimos que entre en nuestro mundo. Cuando la tumba de la materialidad que está ante cada uno de nosotros como nuestra creación y densidad humanas se retira, podemos ver dentro de esa tumba al Cristo resucitado, nuestro propio Santo Ser Crístico, por encima de nosotros en los éteres, radiante en todo el esplendor de su gloria y perfección.