Ludwig van Beethoven/es: Difference between revisions
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<blockquote>When every atom of your being whirls to this music, when the fiery core resounds it and transmits it from the Great Central Sun, when you stand as a pillar of fire of ascension’s flame and the ruby ray and the sound of freedom emanate from you to drown out and swallow up all dissonance of the betrayers out of the pit who have spread abroad their anti-music, anti-art, anti-dharma, polluting the sound waves of the earth and the soul, when the force of the music within you can swallow up the anti-light and the anti-freedom, then you will understand.</blockquote> | <blockquote>When every atom of your being whirls to this music, when the fiery core resounds it and transmits it from the Great Central Sun, when you stand as a pillar of fire of ascension’s flame and the ruby ray and the sound of freedom emanate from you to drown out and swallow up all dissonance of the betrayers out of the pit who have spread abroad their anti-music, anti-art, anti-dharma, polluting the sound waves of the earth and the soul, when the force of the music within you can swallow up the anti-light and the anti-freedom, then you will understand.</blockquote> |
Revision as of 17:01, 12 October 2021
"'Ludwig van Beethoven'" es reconocido como uno de los más grandes compositores que jamás hayan existido.
Nació en Bonn, Alemania, el 16 de diciembre de 1770, murió en Viena, Austria, el 26 de febrero de 1827. Tuvo una infancia muy difícil con un padre alcohólico. No tenía amigos salvo su madre. Su padre lo golpeó y lo hizo practicar por horas, no solo que sería otro Mozart, sino que podría proporcionarle bebida y mucho dinero.
Compuso muchas de sus mejores obras después de quedarse casi totalmente sordo.
Él era un chela del Gran Director Divino, y sirvió en la línea doce del reloj cósmico.
El alma de Beethoven
El alma de Beethoven expresa la intensidad del iniciado. Muchas veces el iniciado no es plenamente consciente de los niveles de iniciación. Beethoven no tenía nada más que su música y su propia sintonía interior con Dios como una explicación de por qué se enfrentaba a tales pruebas en la vida. Al estudiar su vida, podemos aprender algo sobre nuestras propias lecciones.
Beethoven escribió:
Con la mayor frecuencia dirijo la mirada hacia arriba, pero en nuestro propio beneficio y en beneficio de otros a veces nos vemos obligados a volver nuestra atención a asuntos inferiores. Esto también forma parte del destino humano.[1]
El hombre justo debe ser capaz también de sufrir injusticias sin desviarse en absoluto del camino correcto.[2]
No hay nada más intolerable que tener que admitir para nosotros mismos nuestros errores.[3]
Ni la perversión ni la pasión son mi maldad. Mi crimen es la juventud. No soy malo, realmente no soy malo, aun cuando la furia surge a menudo a través de mi corazón; aun así es un buen corazón. Hacer el bien siempre que podamos, amar la libertad por sobre todas las cosas y no negar la verdad nunca. [4]
Beethoven sabía que era un hijo de Dios, pero no necesariamente podía explicar el arrebato del fuego blanco que lo atravesaba ordenándole su música y de hecho consumiendo sustancia, o quizá manifestando justificada indignación por injusticias externas. Dice, así, que su filosofía es
Es mi sincero deseo que sea lo que sea que se diga de mí en adelante se atenga firmemente a la verdad en todas formas, independientemente de quién se vea afectado al hacerlo, yo incluido.[5]
El destino toca a la puerta.[6]
Lucharé con el Destino [karma]; no me hundirá del todo. Oh, es hermoso vivir la vida mil veces. [7]
Si es posible, desafiaré al destino, aunque habrá momentos en mi vida en que seré la más miserable de las criaturas de Dios.[8]
La Sinfonía Pastoral. El que haya tenido alguna noción de la vida en el campo puede imaginar, sin muchas palabras descriptivas, cuál fue la intención del compositor. Aun sin una descripción con palabras, es fácil reconocer todo el asunto, que es más una expresión de sentimientos que una pintura en matices.[9]
Qué feliz soy de poder deambular entre los arbustos y las plantas, bajo los árboles y sobre las piedras. No hay nadie que ame el campo como yo. Bosques, árboles y rocas devuelven el eco de lo que el hombre más desea.[10]
Beethoven nos da este extraordinaria sintonía con el Espíritu Santo en la naturaleza, que transfiere a sus sinfonías. Hemos así oído al hijo de Dios con la ira de Dios en su corazón y su determinación de hacer frente a su karma, su sentido de justicia y que, aun cuando tenemos a la injusticia encima, de todos modos debemos aferrarnos a la justicia y amarla; todos éstos son atributos de un iniciado en el sendero.
Muchas palabras vigorosas y desconsideradas salen de mi boca y por eso la gente me considera un loco.[11]
Aun así espero traer algunas grandes obras al mundo y luego, como un niño viejo, terminar mi carrera terrena en alguno sitio entre gente buena.[12]
Pero qué humillación cuando alguien que estaba parado junto a mí escuchó una flauta a la distancia y yo no oí nada, o cuando alguien escuchó el canto del pastor y otra vez yo no oí nada.[13]
Beethoven estaba sordo y creó estas obras magníficas a través del oído interno, extraordinaria manifestación de lo que parece ser un impedimento humano y sin embargo el Señor decretó que Beethoven escucharía el sonido puro y no tendría ninguna interferencia de sonidos externos en ese oído interno.
Estos episodios casi me orillaron a la desesperación. Un poco más y le hubiera puesto fin a mi vida. Lo único que me detuvo fue mi arte.[14]
Su arte era su dharma, la devoción al dharma no le permitiría caer en la desesperación de no oír con el oído externo.
Ah, me pareció imposible dejar el mundo sin haber producido todo lo que sentía en mí que tenía que producir;...[15]
Este es un deseo legítimo. Era Dios en él deseando dar la plenitud de sí mismo a través de esa vida. Y ni toda la adversidad ni el encuentro con el karma ni las iniciaciones podrían alterar ese deseo por su amor a Dios en el dharma y por ser uno con su deseo de producir. En otras palabras, en emitir todo lo de Dios que estaba en él.
Así que condoné esta vida miserable, en verdad miserable en un cuerpo tan sensible que un cambio en la velocidad de algo puede alterar mi estado de uno muy bueno a uno muy malo. Paciencia, ésa es la palabra. A ésta es a la que debo tomar como guía. Y es lo que he hecho. Espero que sea duradera mi decisión de aguantar hasta que le plazca al Parcae[16] inexorable cortar el hilo. Quizá las cosas vayan mejor, quizá no. Estoy preparado, ya a mis veintiocho años, obligado [por el impedimento de la sordera] a convertirme en filósofo. No es fácil para un artista, mucho más difícil que para cualquiera. Oh Dios, Tú ves mi interior. Tú lo conoces. Tú sabes que el amor a los hombres y la inclinación a la beneficencia moran ahí. Oh, mis congéneres, cuando más tarde leáis esto, pensad que me juzgasteis mal, y el desafortunado que se consuele encontrando un compañero de infortunio, que a pesar de todos los obstáculos naturales ha hecho todo lo que está en su poder para ocupar un sitio entre los buenos artistas y los hombres de bien.[17]
¿Acaso no es esto todo lo que Dios pide de nosotros? Hacer frente a todos los obstáculos naturales que se presentan en nuestra vida, cualesquiera que sean, y no ahogarnos en las lágrimas de la autocompasión o el sentido de injusticia por lo que Dios nos ha dado, sino hacer todo lo que esté en nuestro poder para ocupar un sitio entre los buenos artistas, los maestros ascendidos, y los hombres de bien, sus chelas.
La "Oda a la alegría"
Cuatro días después, Beethoven escribió:
Me voy de tu lado, triste partida. Sí, la entrañable esperanza que traje conmigo de curarme cuando menos en parte debe abandonarme por completo. Como las hojas del otoño que caen marchitas, esta esperanza se marchitó para mí. Me voy casi como vine. Aun el noble valor que con frecuencia me animó en los hermosos días del verano se ha desvanecido. ¡Oh, Providencia, deja que cuando menos una vez tenga un día de pura alegría! Ya hace mucho que la resonancia interna de la pura alegría se tornó extraña para mí. ¿Oh, cuándo, oh cuándo, oh Dios, podré en el templo de la naturaleza y de la humanidad sentirla de nuevo? ¿Nunca? ¡Ah, eso sería tan cruel![18]
Escribió esas palabras mientras escribía su magnífica obra la “Oda a la Alegría”. Era un poema de Friedrich Schiller al que le puso música; su nombre original era “Oda a la Libertad”. Por motivos políticos, Schiller no empleó la palabra “libertad” y la sustituyó por “alegría”. El poema y la música juntos, si la palabra libertad se hubiera incluido, habrían incitado a la gente a derrocar política o económicamente a sus soberanos absolutos.
Beethoven entendió esto, aunque envió el mensaje de la libertad del alma con la oda a la alegría, y para él el poema era una expresión de libertad espiritual. Significaba la emancipación del alma, la liberación del espíritu de toda limitación física y material. Significaba la libertad de deambular a voluntad por los reinos espirituales superiores, de entrar en contacto con los seres celestiales que habitan esos reinos. Para él significaba la libertad de interactuar con los inmortales, los maestros ascendidos, y de escuchar la gloriosa música de las esferas.
Cuando recibió su extraordinaria “Oda a la Alegría”, esos versos dedicados a la libertad, escribió estas palabras acerca de su depresión: “¡Ah, si pudiera por un instante recuperar esa alegría!”, estaba pasando por la iniciación de tener que balancear en su ser el antiarte, o el Anticristo de esa libertad y de esa alegría.
A través de él fluía la matriz de la liberación de un alma que será tocada en la tierra y anclará la música de las esferas. Para poder recibir dicha matriz, para calificar para ocupar el lugar de un chela, se vería obligado a contener esa depresión y no a verse sometido a ella, a no arrojar sus papeles, a no arrojar sus partituras y decir: “No puedo hacerlo. Estoy demasiado deprimido, lo haré otro día.” Y si hubiera dejado pasar un día y un día más y otro día más tal vez no habría vuelto a escuchar jamás la “Oda a la alegría” y la música de las esferas, porque se habría rendido a un maestro más poderoso, el maestro cuyo nombre es depresión y desaliento.
El desánimo, la depresión y las fuerzas de la confusión son anti-libertad, y como un conglomerado de energía y conciencia, son condena. Y esa condenación es la oposición a la liberación del estupendo poder de Dios en la línea de las doce en punto por parte del jerarca de esa línea, el Gran Director Divino.
Las nueve sinfonías
Saint Germain ha dicho que nunca se ha escrito mayor música de libertad que las nueve sinfonías de Beethoven. Estas sinfonías contienen el poder del tres por tres, la acción de la Trinidad multiplicada por el poder de tres. Las nueve sinfonías son grados de iniciación. Hay nueve grados de iniciaciones en el camino del rayo rubí, y estos grados de iniciaciones se reducen por la frecuencia, vibración, sonido y, finalmente, por la conciencia de Dios.
El 22 de abril de 1979, Cyclopea habló de “la sinfonía de los elementales, planteada por la mano de nueve de los Elohim que entregaron a Beethoven las nueve sinfonías de la vida. ¿No oirás dentro de ellos el poder del tres por tres, la llama triple en el corazón de los ángeles, en el corazón de los hijos e hijas de Dios, ahora esperando ser entregado al corazón de los seres de los elementos? "
La importancia de tocar las sinfonías
Varios maestros ascendidos han hablado de la importancia de que las nueve sinfonías suenen en nuestros hogares.
Quiero recordaros que para la protección del alma misma de los individuos es necesario que haya en vuestra casa un aparato para tocar perpetuamente la música de Beethoven. Es en las nueve sinfonías donde encontraréis el poder del tres por tres para neutralizar el ritmo del rock que se toca continuamente en este planeta, ganando moméntum en las líneas aéreas, desde satélites, a través de la televisión y el radio, en los sistemas de estéreo, en los audífonos, vibrando hasta la médula de los huesos de las personas a medida que nuevas formas más perfeccionadas de tecnología permiten que estos sonidos resuenen en el meollo mismo de la célula.
Benditos corazones, yo os digo que así es. Hasta el núcleo de la célula, que ha estado sellado con un cierto sello de la llama que hay en él, es ahora penetrado por ese sonido. Y así, como veis, ahí donde estéis, dondequiera que estéis sobre el planeta, aun cuando el oído no esté cerca del ritmo del rock, lo más probable es que se esté tocando y atravesando vuestro cuerpo mediante las ondas y las corrientes de la tierra.
Por eso os digo que la música de Beethoven, cuando la tocáis continuamente de la primera a la novena sinfonías, tiene un moméntum que no se detiene. Y si se puede tocar en vuestro hogar, y si podéis recordar tenerla en vuestro automóvil, veréis cómo hace su trabajo de transmutación a su manera y contribuye a vuestra salud y la refuerza.
Es como estar tocando decretos. Forma una matriz de luz, un ritmo y un sonido que contrarresta todo lo discordante en los mismos niveles de tasa y frecuencia vibratorias en la tierra; pues la música que viaja de hecho se apodera del área asignada por los Elohim de Dios para guardar la armonía mediante el sonido.[19]
Dejad que haya la restitución de la música en todos los hogares, y dejad que los clásicos construyan el código interno de la vida. Dejad que recree la cadena del DNA. Y con el poder de las nueve sinfonías de Beethoven y mucho de lo que se debería conocer al nivel celular de toda corriente de vida, dejad que los portales de Venus se abran nuevamente.[20]
Habéis escuchado la “Sinfonía de la Victoria” y yo os digo que esa victoria, amados míos, es el anuncio con bombo y platillo de nuestra presencia. Y esta música le fue dada a Beethoven por nosotros, para que pudierais tener el espíritu de victoria en sonido.
Yo os digo que la pongáis y la pongáis de nuevo y la pongáis todos los días hasta que poseáis la victoria en todas las formas en vuestra individualidad, en vuestra iglesia, en esta nación, en este planeta. Y ponedla, amados, en este [santuario] cuando emitís a grandes voces vuestros fíat para el juicio, para que la victoria llegue penetrándolo todo con su resplandor. Y ved esa victoria descendiendo como una poderosa V que separa toda oscuridad, que ya no puede cuajar —¡no, amados míos!
¡Que todo el poder de la “Sinfonía de la Victoria” descienda entre vosotros y que sea el poder de esa música lo que amplifique el sonido de vuestra palabra y el sonido de nuestra luz en vuestro corazón![21]
Las grandes sinfonías, las obras de Beethoven, Mahler y muchos otros, tocan también perpetuamente en sus hogares, ya que mantienen un cierto nivel de vibración de moléculas, átomos y de la tierra. . [22] </ blockquote >
Poderosa victoria en Beethoven
Mighty Victory habla de la música de Beethoven:
Es intocable. No se puede robar. Aunque los mortales han intentado pervertirlo, solo se han atado más a sí mismos por el fuego sagrado que lo atraviesa. Es la poesía del fuego sagrado punteando el arpa del corazón. Es el sonido de Elohim.
Hay un iniciado llamado por Dios que algún día aparecerá en Materia para entregar la conclusión, el final, de otras seis sinfonías que continúan el camino de iniciación del rayo rubí. Pero ese uno de la Cristedad Cósmica no aparecerá ni se escuchará la música hasta que un séquito de portadores de luz haya incorporado esta poderosa música de las esferas de tal manera que la haya asimilado como el Cuerpo y la Sangre del Cristo Cósmico, Lord Maitreya .
When every atom of your being whirls to this music, when the fiery core resounds it and transmits it from the Great Central Sun, when you stand as a pillar of fire of ascension’s flame and the ruby ray and the sound of freedom emanate from you to drown out and swallow up all dissonance of the betrayers out of the pit who have spread abroad their anti-music, anti-art, anti-dharma, polluting the sound waves of the earth and the soul, when the force of the music within you can swallow up the anti-light and the anti-freedom, then you will understand.
When the sound of Elohim, of the ruby ray and its initiates is heard in physical Matter and the balance is held as pillars of fire proclaim the name I AM THAT I AM, the Word and the sound of the Word in the music of freedom, then will the music descend. Then will that one descend to record it.
You will know that in the beginning was the Word,[23] and by the Word spoken and transmitted as the music of the spheres of Elohim, by the Word transmitted as the sounding of the soundless sound, the intoning of that music will spell the final round of the consuming of evil within the spheres of this solar system. And there will be no stopping that sound across a cosmos when it is emitted from initiates of the sacred fire, from the sacred heart of souls comfortable and comforting all life in heaven and earth by the intensity of the Blood of Christ.
Therefore listen, O children. Harmony, O blessed harmony, is your challenge for the preservation of your freedom. And you will note how accurately he, [Beethoven], said, “I do not write noisy music.”[24] Noise, the noise of dissonance and discord, side by side with the veritable sound of fiery vortices of moving galaxies, of Elohim humming the sound of the HUM, the OM, the HRIM—all the sounds and tones of the Universal Ma can be heard in those nine symphonies of the Word....
His vibration is the light of victory, freedom and joy! Victory is his flame! Victory is that vibration! You can be it too. You can choose to be that flame if you will.[25]
Sources
Lectures by Elizabeth Clare Prophet, December 2, 1973; July 3, 1979.
- ↑ Beethoven, February 8, 1823, to Zelter, in Friedrich Kerst, comp., Henry Edward Krehbiel, trans. and ed., Beethoven, the Man and the Artist: As Revealed in His Own Words (New York: B. W. Huebsch, 1905), p. 93.
- ↑ Beethoven to the Viennese magistrate, ibid., p. 92.
- ↑ Ibid., p. 92.
- ↑ Beethoven, written in the autograph book of Herr Bocke, ibid., p. 76.
- ↑ Beethoven, reported by Schindler, Ibid., pp. 76–77.
- ↑ Ibid., p. 45.
- ↑ Beethoven, 16 de noviembre de 1800 o 1801, a Wegeler, ibid., P. 72.
- ↑ Beethoven, Vienna, June 29, 1800, to Wegeler, ibid., p. 85.
- ↑ Beethoven, note among the sketches for the “Pastorale” symphony, Royal Library, Berlin, ibid., p. 44.
- ↑ Beethoven, to Baroness von Drossdick, ibid., p. 16.
- ↑ Beethoven to Dr. Muller, summer 1829, ibid., p. 72.
- ↑ Beethoven, October 6, 1802, to Wegeler, ibid., p. 70.
- ↑ October 6, 1802, Beethoven’s Heiligenstädter Testament, in George Grove, Beethoven and His Nine Symphonies (London: Novello, Ewer and Co., 1896), p. 46.
- ↑ Ibid.
- ↑ Ibid.
- ↑ En la mitología romana, las Parcas, que controlaban el hilo de la vida de cada hombre.
- ↑ Ibid., pp. 46–47.
- ↑ Ibid., pp. 47–48.
- ↑ Archangel Michael, April 11, 1982, “Because You Need Me,” Pearls of Wisdom, vol. 25, no. 28, July 11, 1982.
- ↑ Lady Master Venus, “Profile of the Woman Initiate,” Pearls of Wisdom, vol. 28, no. 21, May 26, 1985.
- ↑ Helios, “The Happiness of the Sun,” Perlas de Sabiduría, vol. 34, núm. 40, 18 de agosto de 1991.
- ↑ Sanat Kumara, "Una dispensación especial para todos los jóvenes: Un manto como filigrana de protección", parte 1, Pearls of Wisdom, vol. 44 , no. 46 , 18 de noviembre de 2001.
- ↑ John 1:1.
- ↑ Beethoven, reported by Schindler, “I never wrote noisy music. For my instrumental works need an orchestra of about sixty good musicians. I am convinced that only such a number can bring out the quickly changing gradations in performance,” in Beethoven, the Man and the Artist, p. 39.
- ↑ Mighty Victory, July 3, 1979, “Victory to Those Who Love!” part 1, Pearls of Wisdom, vol. 43, no. 18, April 30, 1980.