Aries and Thor/es: Difference between revisions

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<blockquote>Son hermosos. Son como las hadas que vemos con el pelo largo y dorado y los cuerpos más bien delgados, tipo seráfico, y son muy curvilíneos. Flotan por el aire y pueden doblar el cuerpo de diferentes formas. Algunas veces tienen el cuerpo doblado con las piernas por detrás, siguiéndoles como una vestidura, con sus brazos en poses elegantes como una bailarina.</blockquote>
Son hermosos. Son como las hadas que vemos con el pelo largo y dorado y los cuerpos más bien delgados, tipo seráfico, y son muy curvilíneos. Flotan por el aire y pueden doblar el cuerpo de diferentes formas. Algunas veces tienen el cuerpo doblado con las piernas por detrás, siguiéndoles como una vestidura, con sus brazos en poses elegantes como una bailarina.
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Tienen hermosos rostros como las más bellas mujeres que se puedan El cuadrante mental y la tríada de los signos de aire imaginar, excepto que sus rostros son de pureza. No hay nada carnal ni duro en sus rostros. Las únicas excepciones son ciertos silfos que asumen la forma más humana y actitudes humanas cuando se ven sujetos a ellas.
<blockquote>Tienen hermosos rostros como las más bellas mujeres que se puedan El cuadrante mental y la tríada de los signos de aire imaginar, excepto que sus rostros son de pureza. No hay nada carnal ni duro en sus rostros. Las únicas excepciones son ciertos silfos que asumen la forma más humana y actitudes humanas cuando se ven sujetos a ellas.</blockquote>
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Como directores del elemento aire, estas llamas gemelas prestan servicio con las jerarquías de Aries, Tauro y Géminis para enseñar a la humanidad la maestría del cuerpo mental, y con las jerarquías de Géminis, Libra y Acuario para enseñar la maestría del elemento aire.

Los amados Aries y Thor dirigen las actividades de la iluminación que proceden de la mente del Cristo, de la inspiración y de la respiración, la inhalación y exhalación del aliento del Espíritu Santo, la purificación del elemento aire, la atmósfera y el cinturón mental.

Los silfos que les ayudan son los elementales del aire que controlan los cuatro vientos, la atmósfera y las nubes. Puesto que todos los elementales en esencia son imitadores, los silfos, sin ser una excepción, forman en las nubes los diseños que perciben en los planos físico, astral, mental y etérico de la Tierra. Cuando vemos imágenes de ángeles en las nubes, sabemos que estos están cerca, pues los silfos los han visto y han formado las nubes a su imagen y semejanza. De forma parecida, las bestias de presa y los monstruos que se ciernen como nubes oscuras son las representaciones que hacen los silfos de la discordia de la humanidad que ruge en el mar astral, agitando la vida elemental e impidiéndole que funcione según la ley de la armonía. Así, los signos de los tiempos se pueden leer en las actividades de la vida elemental que fielmente registran las órdenes de ángeles y hombres sobre el rostro de la naturaleza.

Mark Prophet describió a los silfos de esta forma:

Son hermosos. Son como las hadas que vemos con el pelo largo y dorado y los cuerpos más bien delgados, tipo seráfico, y son muy curvilíneos. Flotan por el aire y pueden doblar el cuerpo de diferentes formas. Algunas veces tienen el cuerpo doblado con las piernas por detrás, siguiéndoles como una vestidura, con sus brazos en poses elegantes como una bailarina.

Tienen hermosos rostros como las más bellas mujeres que se puedan El cuadrante mental y la tríada de los signos de aire imaginar, excepto que sus rostros son de pureza. No hay nada carnal ni duro en sus rostros. Las únicas excepciones son ciertos silfos que asumen la forma más humana y actitudes humanas cuando se ven sujetos a ellas.

Ahora bien, cuando los silfos asumen actitudes humanas negativas y cualidades de discordia, ellos quieren deshacerse de ellas usando la fuerza centrífuga. Se deshacen de la vibración humana de odio y cólera, dando comienzo a una acción giratoria en el aire. Pueden dar vueltas tan rápidamente como para generar vientos de ciento cincuenta millas por hora. Es el poder que hay detrás del huracán[1].

El teósofo E. L. Gardner ofrece esta vívida descripción de los elementales, y de los silfos en particular:

El cuerpo “natural” que utilizan los elementales parece ser un globo palpitante de luz. Las corrientes de energía que irradian de este centro forman figuras flotantes, “alas” de energía radiante y formas vaporosas de apariencia vagamente humana. En las formas más evolucionadas, la cabeza y los ojos siempre se distinguen con claridad; con frecuencia la figura está presente al completo, con un “centro” de luz resplandeciente en el corazón o en la cabeza.

Un silfo de este tipo podría materializarse en una hermosa forma masculina o femenina por trabajo… entre plantas, animales, o incluso seres humanos, pero su cuerpo natural es… iridiscente, cambiante, palpitante… pero no está limitado a una forma fija o definida[2].

Los silfos son portadores del «prana del Espíritu Santo que es el mismísimo aliento de la vida del alma». Están presentes «con el Señor Maha Chohán cuando él sopla el aliento de la vida en el alma del recién nacido y la llama divina vuelve a encenderse en el altar del corazón». Son «los grandes transmisores de las corrientes del Espíritu Santo desde el cielo a la tierra» y son «gigantescos transformadores, conductores de las corrientes de la mente de Dios hacia la mente del hombre»[3]. Los silfos lavan y purifican la atmósfera, y ventilan la mente y el corazón así como todas las células de la vida.

Es importante que la humanidad ofrezca oraciones sentidas de gratitud hacia los silfos y que pidan su protección.

Véase también

Elementales

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “Aries y Thor.”

  1. Mark Prophet, “An Introduction to the Elementals (Introducción a los elementales)”, 12 de octubre de 1964.
  2. E. L. Gardner, intro. a Geoffery Hodson, Fairies at Work and at Play (Hadas trabajando y jugando) (Londres: The theosophical Publishing House LTD, 1976), pág. 21. Primera publicación en 1925.
  3. Aries y Thor, “The Servants of God and Man in the Air Element (Los siervos de Dios y el hombre en el elemento aire)”, Perlas de Sabiduría, vol. 23, núm. 16, 20 de abril de 1980.