Sanat Kumara y La Maestra Ascendida Venus

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Sanat Kumara

Sanat Kumara es conocido como el Anciano de Días. Es el Gran Gurú de la progenie de Cristo en todo el cosmos, jerarca de Venus y uno de los siete santos Kumaras (Señores de la Llama que representan los siete rayos en Venus). Él nos inicia en el sendero del rayo rubí, que él mismo expone en su libro La apertura del séptimo sello.

Sanat Kumara ha ocupado el puesto jerárquico de Señor del Mundo desde los tiempos más oscuros en la historia de la Tierra, cuando sus evoluciones habrían caído hasta el nivel de los hombres de las cavernas y habían perdido el contacto con la llama Divina y la poderosa Presencia YO SOY. Cuando la Tierra estaba a punto de ser disuelta porque no había nadie que mantuviera viva la llama de la conciencia Crística, Sanat Kumara vino a la Tierra, en exilio voluntario desde su planeta, Venus, para guardar la llama, hasta que hubiera un número suficiente de personas que respondieran y comenzaran a mantener de nuevo el foco por sus hermanos y hermanas. Ciento cuarenta y cuatro mil almas se ofrecieron para ayudar a Sanat Kumara en su misión, y le acompañaron con legiones de ángeles.

Su venida a la Tierra

Sanat Kuamara describe así este trascendental acontecimiento en la historia cósmica:

Me llamáis Sanat Kumara, y me conocéis como aquél que estuvo ante el consejo cósmico conocido como el Consejo de los Ciento Cuarenta y Cuatro. Me conocéis porque fuisteis testigos de mi súplica hecha por las evoluciones de la Tierra y en su nombre, que ya no conocían la presencia del Cordero, que por desobediencia fueron apartadas del Gurú vivo. Me conocéis como quien se ofreció para encarnar la llama trina en la Tierra para las evoluciones que evolucionan en los siete planos del ser, fuego, aire, agua y tierra.

El Consejo Cósmico había decretado la disolución de la Tierra y sus evoluciones porque las almas de sus hijos ya no adoraban la Trinidad en la llama trina de la vida que arde en el altar del corazón. Se habían convertido en ovejas descarriadas. Con su atención fijada en la manifestación exterior, habían abandonado voluntaria e ignorantemente el caminar interior con Dios...

Así, la luz de los templos se había apagado y el propósito para el cual Dios había creado al hombre, ser el templo de Dios vivo, había dejado de cumplirse. Todos eran muertos vivientes, recipientes de Materia sin una luz que les diera alma, cascarones vacíos. En ninguna parte de la Tierra había una escuela de misterios; ningún chela, ningún gurú, ningún iniciado del sendero de iniciación hacia la Cristeidad.

La hora del juicio había llegado y el que se sienta en el trono, en el centro de las doce veces doce jerarquías de luz, había pronunciado la palabra que era el consenso unánime de todos: que la Tierra y sus evoluciones sean enrolladas como un pergamino y encendidas como una vela del fuego sagrado. Que todas las energías mal cualificadas sean devueltas al Gran Sol Central para ser repolarizadas. Que la energía mal utilizada sea realineada y recargada con la luz de Alfa y Omega, para una vez más ser realineada y recargada con la luz de Alfa y Omega, para una vez más ser infundida por el Creador en la incesante creación, por los siglos de los siglos.

¿El requisito de la ley para salvar la Tierra? Era que alguien cualificado para ser el Gurú encarnado, el Cordero, estuviera presente en la octava física para sostener el equilibrio y para guardar la llama trina de la vida, por y en nombre de toda alma viva. La ley del Uno dice que la meditación de éste sobre el Christos Eterno puede contar para la mayoría hasta que esa mayoría se vuelva responsable de sus palabras y sus obras y pueda empezar a llevar la carga de su luz así como el karma de su bien y mal relativos.

Yo elegí ser ese ser. Me ofrecí para ser un llameante hijo de la justicia para la Tierra y sus evoluciones.

Tras una considerable deliberación, el Consejo Cósmico y el Ser Sin Nombre dieron su aprobación a mi petición y la dispensación de un nuevo plan divino para la Tierra y sus evoluciones nació...

Así me arrodillé ante el gran trono blanco del Ser Sin Nombre, y él me dijo: "Hijo mío, Sanat Kumara, tú te sentarás en el gran trono blanco ante las evoluciones de la Tierra. Serás para ellas el SEÑOR Dios en las alturas. En verdad, serás la más alta manifestación de la Deidad que se les dará, hasta que, a través del sendero de iniciación, sus almas se eleven hasta tu trono de conciencia y estén ante ti alabando el YO SOY EL QUE YO SOY que tú eres. Ese día, cuando se levanten y digan, 'al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos', mira, su redención se acercará".

Y me dijo: "Por tanto, para las evoluciones de la Tierra serás Alfa y Omega, el principio y el fin, dice el YO SOY EL QUE YO SOY, que es, que era y que ha de venir, el Todopoderoso". Y colocó sobre mi su manto patrocinador del Padre hacia el Hijo, que en mi se convertiría en su patrocinio hacia una oleada de vida que ahora yo asumía como propia. Era un voto de confianza. Era la iniciación del Padre en el Hijo...

Y el Consejo de los Ciento Cuarenta y Cuatro, formando un único anillo solar alrededor del gran trono blanco, entonó la Palabra con los grandes seres de luz, formando el círculo interno alrededor del trono y diciendo, "Santo, santo, santo, SEÑOR Dios Todpoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir". Y oí el eco de su cántico "santo, santo, santo" durante todo el camino de vuelta hacia la estrella matutina, hacia mi llama gemela, a quién conocéis como Venus, y hacia los hijos y las hijas de la Estrella de Amor.

Alados mensajeros de luz habían anunciado mi venida, del Consejo Cósmico y la disposición concedida. Los seis, mis hermanos, los Santos Kumaras, que sostienen conmigo las siete llamas de los siete rayos, el Poderoso Victory y sus legiones, nuestra hija Meta, y muchos siervos hijos e hijas de Dios a quienes hoy conocéis como los maestros ascendidos, me dieron la bienvenida con una gran recepción. Aquella noche, la alegría de la oportunidad se mezcló con la tristeza que trae el sentimiento de separación. Había elegido un exilio voluntario en una estrella oscura, y aunque estaba destinada a ser la Estrella de la Libertad, todos sabían que sería para mí una larga noche oscura del alma.

Entonces, súbitamente de los valles y las montañas apareció una gran reunión de mis hijos. Eran las almas de los ciento cuarenta y cuatro mil acercándose a nuestro palacio de luz. Se acercaron más y más en espirales, en como doce compañías, cantando la cantando la canción de libertad, de amor y de victoria. Su potente canto coral resonó en toda la vida elemental, y los coros angélicos rondaron cerca. Venus y yo, al mirar por el balcón, vimos la decimotercera compañía vestida de blanco. Era el real sacerdocio de la Orden de Melquisedec, los ungidos que guardaban la llama y la ley en el centro de esta unidad jerárquica.

Cuando todos sus efectivos se hubieron reunido, anillo tras anillo tras anillo, rodeando nuestra casa, y su himno de alabanza y adoración hacia mí hubo concluido, su portavoz se puso ante el balcón para dirigirse a nosotros en nombre de la gran multitud. Era el alma de aquel a quien hoy conocéis y amáis como el Señor del Mundo, Gautama Buda. Y se dirigió a nosotros, diciendo: "Oh Anciano de Días, hemos sabido de la alianza que Dios ha hecho contigo hoy y de tu compromiso para guardar la llama de la vida hasta que algunos de entre las evoluciones de la Tierra sean acelerados y renueven una vez más su voto de ser portadores de la llama. Oh Anciano de Días, para nosotros eres nuestro Gurú, nuestra vida, nuestro Dios. No te dejaremos sin consuelo. Iremos contigo. No te dejaremos ni por un momento sin el anillo tras anillo de nuestro discipulado. Iremos a la Tierra. Prepararemos el camino. Guardaremos la llama en tu nombre".

Y así según me dirigió el SEÑOR Dios, elegí entre ellos a cuatrocientos hijos e hijas siervos que se adelantarían a los ciento cuarenta y cuatro mil para preparar su llegada. Porque aunque conocían la oscuridad de la estrella más oscura, en realidad no conocían, como yo si conocía, el verdadero significado del sacrificio que estaban ofreciendo en nombre de su Gurú.

Lloramos de alegría,Venus, y yo y los ciento cuarenta y cuatro mil. Y las lágrimas que se derramaron en aquella noche memorable ardieron como el fuego sagrado vivo fluyendo como el agua de la vida desde el gran trono blanco y el Consejo Cósmico, nuestros patrocinadores.[1]

Construyendo Shamballa

Así, cuando Sanat Kumara llegó desde Venus para hacer de esta Tierra su hogar temporal, fue acompañado de un séquito formado por muchos grandes seres de luz, como su hija (la maestra ascendida Meta) y tres de los siete santos Kumaras. Los cuatrocientos que formaban la vanguardia fueron enviados a la Tierra por delante, para que construyeran el magnífico retiro de Shamballa en una isla del mar de Gobi (donde actualmente se encuentra el desierto de Gobi). En aquel momento también vinieron alquimistas y científicos, ciento cuarenta y cuatro de ellos, concentrando las ciento cuarenta y cuatro llamas de los elementos. Juntos formaban una réplica del diamante que está en el Gran Eje, un foco de la mente de brillo diamantino de Dios.

En la Isla Blanca, en el mar de Gobi, construyeron la Ciudad de Blanco, formada según la ciudad de los Kumaras de Venus. Sanat Kumara estableció el foco de la llama trina en el retiro de Shamballa, que permaneció en el plano físico durante muchos siglos. Sanat Kumara residió en este retiro físico, pero no asumió un cuerpo físico como el que actualmente usamos en el universo de la Materia, pero era altamente etérico.

Más tarde resultó conveniente para su protección que Shambala, este maravilloso retiro que estaba en la octava física, fuera retirado a la octava etérica. El foco etérico sigue siendo una réplica exacta de lo que una vez fue el retiro físico. El hermoso mar azul celeste, con la Isla Blanca en su centro, es ahora el desierto de Gobi.

La misión de Sanat Kumara en la Tierra

Sanat Kumara afianzó un rayo de luz desde su corazón como hilo de contacto con cada persona en evolución en el planeta Tierra, alimentando y sosteniendo esa llama y ayudando al Santo Ser Crístico a vivificar la conciencia Crística. Sin esa ayuda, la humanidad en masa habría pasado por la segunda muerte y el planeta habría sido destruido.

La antigua costumbre del leño de Yule nos ha llegado a partir del servicio prestado por Sanat Kumara, quien, cada año, consagraba un foco del fuego sagrado en las octavas físicas. Se convirtió en tradición para la gente recorrer muchas millas para llevarse a casa un pedazo de leño de Yule y utilizarlo para encender los fuegos del siguiente ciclo de doce meses. De tal forma estaba manifestado tangiblemente un foco de su llama física en las moradas de las gentes de la Tierra, haciendo posible que tuvieran un contacto físico real con un foco del Señor del Mundo en medio de ellos.

La misión de Sanat Kumara terminó el 1 de enero de 1956, cuando se concedió meritoriamente a su discípulo más capaz, Gautama Buda, el puesto de Señor del Mundo, al poseer este un impulso acumulado suficiente para mantener el equilibrio del planeta y el foco de la llama trina. Sanat Kumara se convirtió entonces en el Regente del Mundo, y en ese puesto continúa dando ayuda a las evoluciones del mundo desde su hogar de Venus.

Hasta ese cambio de cargo, Sanat Kumara emitía una cantidad de luz formidable para el planeta Tierra cada año, en el festival de Wesak, durante el plenilunio de Tauro. Su radiación se afianzaba mediante sus discípulos, el Señor Gautama Buda, el Señor Maitreya y quien actualmente ocupa el cargo de Maha Chohán. Ellos tres afianzaban por el Señor del Mundo el foco de la llama trina desde el corazón de Sanat Kumara. Eran los transformadores de su intensa radiación.

Sanat Kumara en las religiones del mundo

Sanat Kumara también aparece con varios roles en las tradiciones religiosas de Oriente. Cada uno de esos roles revela una faceta distinta de su Yo Divino. Es reverenciado en el hinduismo como uno de los cuatro o siete hijos de Brahma, que son representados como jóvenes que han permanecido puros. El nombre sánscrito Sanat Kumara significa «siempre joven». Es el que tiene más prominencia de entre los Kumaras.

Estatua de Karttikeya en Batu Caves, Malasia

Hinduismo

En el hinduismo, Sanat Kumara es llamado a veces Skanda o Karttikeya hijo de Shiva y Parvati. Karttikeya es el dios de la guerra y comandante en jefe del ejército divino de los dioses. Nació específicamente para matar a Taraka, el demonio que simboliza la ignorancia o la mente inferior. Karttikeya es representado con frecuencia sosteniendo con una lanza, que representa iluminación. Utiliza la lanza para matar la ignorancia. En el hinduismo, las historias de guerra son utilizadas muchas veces como alegorías de las luchas internas del alma.

Skanda-Karttikeya, como lo llaman algunas veces, también es elogiado como el dios de la sabiduría y el aprendizaje. Se dice que otorga poderes espirituales a sus devotos, especialmente el poder del conocimiento. En la tradición mística hindú, Karttikeya es conocida como Guha, que significa "cueva" o "Ser secreto", porque vive en la cueva de nuestro corazón. Las escrituras hindúes también representan a Sanat Kumara como el "más prominente de los sabios" y un conocedor de Brahmán.

Zoroastrismo

Los maestros ascendidos enseñan que el Dios supremo del Zoroastrismo, Ahura Mazda, es Sanat Kumara. Ahura Mazda significa "Sabio Señor" o "Señor que otorga inteligencia". Él representa el principio del Bien y es el guardián de la humanidad así como el adversario del principio del Mal.

Entre 1700 y 600 A.C. Zarathustra fundó el zoroastrismo en la antigua Persia. Una mañana, cuando fue por agua a un río, vio a un ser luminoso que lo llevó a Ahura Mazda y otras cinco figuras radiantes. Tan grande era su luz, que "no vio su propia sombra sobre la tierra". De este grupo de seres recibió su primera revelación sobre una religión nueva. Poco después, Zaratustra se convirtió en el portavoz de Ahura Mazda.

Dipamkara

Tras la retirada de Shambala a la octava etérica, Sanat Kumara encarnó como Dipamkara, el Buda que enciende la lámpara. (La palabra sánscrita Dipamkara significa "encendedor de luces" o "el luminoso"). En la tradición budista, Dipamkara es un Buda legendario que vivió hace mucho, mucho tiempo, el primero de veinticuatro Budas que antecedieron al Buda Gautama. Dipamkara profetizó que el asceta Sumedha llegaría a ser el Buda Gautama.

Los budistas consideran a Dipamkara, el Buda Gautama y el Señor Maitreya como "los Budas de los Tres Tiempos": pasado, presente, futuro. Podemos interpretar esto como que Dipamkara es el anterior Señor del Mundo, el Buda Gautama el Señor del Mundo actual y que Maitreya sería el Señor del Mundo en un futuro.

El Anciano de Días

Budismo

In Buddhism, there is a great god known as Brahma Sanam-kumara. His name also means “forever a youth.” Brahma Sanam-kumara is a being so elevated that he must create an apparition body in order to be seen by the gods of the heaven of the Thirty-Three. Sakka, the ruler of the gods, describes his appearance: “He outshines other devas in radiance and glory, just as a figure made of gold outshines the human figure.”[2]

Christianity

The prophet Daniel recorded his vision of Sanat Kumara, whom he called “the Ancient of Days.” Daniel writes:

I beheld till the thrones were cast down, and the Ancient of days did sit, whose garment was white as snow, and the hair of his head like the pure wool: his throne was like the fiery flame, and his wheels [chakras] as burning fire.[3]

Sanat Kumara is also seen in the Book of Revelation as the one who sits upon the great white throne:

And I saw a great white throne and him that sat on it, from whose face the earth and the heaven fled away; and there was found no place for them.[4]

Lady Master Venus

Lady Master Venus

Sanat Kumara’s twin flame is Lady Master Venus. During his long exile on planet Earth, she remained on their home planet to keep the flame there. Some years after Sanat Kumara’s return in 1956, Lady Venus herself came to earth to assist her evolutions. In a dictation delivered on May 25, 1975, she announced that as Sanat Kumara had kept the flame for earth, now she had come to “tarry for a time on Terra” to “dedicate anew the fires of the Mother.” She said:

I release a fiery momentum of consciousness to arrest all spirals that would take from humanity the fullness of their divinity.... See how mankind respond to the flame of the Mother as they responded to the light of Sanat Kumara.

Return to earth

On July 4, 1977, Sanat Kumara said:

The Cosmic Council and the Lords of Karma have granted and decreed that I might be allowed to tarry on earth, in earth, for certain cycles of manifestation for the absolute return of freedom into the hearts of the lightbearers of earth....

I place my body as a living altar in the midst of the people Israel,[5] and in that body temple is the original blueprint, the [soul] design for every son and daughter of God and the children of God who have come forth. For it is the desire of the Cosmic Virgin that none of her children should be lost, none of her sons and daughters.

And thus I join the Lady Master Venus, who has been tarrying with you these many months; and we together, focusing our twin flames in the Holy City, will stand for the triumph of that community of the Holy Spirit that must be manifest as the key to the release of light in this age.

In a dictation given July 4, 1978, Sanat Kumara told us he was manifesting that night in the physical spectrum “and I am anchoring in this very earth plane the full weight and momentum of my office as the Ancient of Days, such as I have not done since our coming to the Place Prepared at Shamballa.”

Keynote

The strains of Sanat Kumara’s keynote were captured by Jan Sibelius in Finlandia. So powerful is the release of the flame of freedom through this music, that during the Nazi occupation, its playing was forbidden lest it arouse the fervor of the people for freedom.

Para más información

Elizabeth Clare Prophet, The Opening of the Seventh Seal: Sanat Kumara on the Path of the Ruby Ray

Véase también

Siete santos Kumaras

Shambala

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 2, “Sanat Kumara y La Maestra Ascendida Venus”.

  1. Elizabeth Clare Prophet, The Opening of the Seventh Seal: Sanat Kumara on the Path of the Ruby Ray, pp.11-15.
  2. Maurice Walsh, trans., Thus Have I Heard: The Long Discourses of the Buddha Digha Nikaya (London: Wisdom Publications, 1987), pp. 295–96.
  3. Dan. 7:9.
  4. Rev. 20:11. See Elizabeth Clare Prophet, The Opening of the Seventh Seal: Sanat Kumara on the Path of the Ruby Ray, p. 13.
  5. The term Israel applies to the collective body of the bearers of the Christic seed and Christ consciousness who have descended from Sanat Kumara and not exclusively to the Jewish people. The ascended masters teach that those who are of the I AM THAT I AM have embodied in all races, kindreds and nations. The term Israelite means, esoterically, “he who Is Real in the mighty I AM Presence.” In Hebrew, Israel means “he will rule as God” or “prevailing with God.”