Kuan Yin
En el budismo Kuan Yin es reverenciada como la Salvadora compasiva, la Bodhisattva de la Misericordia. Amada como una figura materna y mediatriz divina cercana a los asuntos cotidianos de sus devotos, el papel de Kuan Yin como Virgen budista ha sido comparado con el de María, madre de Jesús, en Occidente. Por todo el Lejano Oriente, los devotos buscan su guía y socorro en todas las facetas de la vida. Los altares dedicados a Kuan Yin se pueden encontrar en templos, hogares y grutas al lado del camino.
El nombre Kuan Shih Yin, como la llaman a menudo, significa «la que estima, considera o escucha los sonidos del mundo». Según la leyenda, Kuan Yin iba a entrar en el cielo, pero se detuvo en el umbral cuando los gritos del mundo alcanzaron sus oídos.
Kuan Yin es reverenciada como protectora de las mujeres, los marineros, los comerciantes, los artesanos, los que se encuentran bajo acusación criminal y los que desean progenie. Existe una confianza implícita en la gracia salvadora y los poderes curativos de Kuan Yin. Muchos creen que incluso una simple recitación de su nombre la traerá instantáneamente a escena. El Rosario de cristal de Kuan Yin (Kuan Yin´s Cristal Rosary) contiene sus mantras y es un poderoso medio de invocar su intercesión.
Traditions in the East
Durante siglos Kuan Yin ha sido el epítome del gran ideal del budismo mahayana en su papel como bodhisattva, literalmente «un ser de bodhi o iluminación» que está destinado a convertirse en un Buda pero que ha renunciado a la beatitud del nirvana con un voto de salvar a todos los hijos de Dios. Kuan Yin ha hecho el voto del bodhisattva con el fin de trabajar con las evoluciones de este planeta y de este sistema solar, y enseñarles el camino de las enseñanzas de los maestros ascendidos.
Kuan Yin era adorada en China antes del advenimiento del budismo y después fue adoptada por los budistas como una encarnación de Avalokiteshvara (Padmapani). Los devotos invocan el poder de la bodhisattva y su intercesión misericordiosa con el mantra Om Mani Padme Hum, «¡Salve a la joya en el loto!; o, como también ha sido interpretado, «¡Salve a Avalokiteshvara, que es la joya en el corazón del loto del corazón del devoto!».
Según la leyenda, Avalokiteshvara nació de un rayo de luz blanca que Amitabha, el Buda de Luz Ilimitada, emitió de su ojo derecho cuando se perdió en su éxtasis. Así, Avalokiteshvara, o Kuan Yin, es considerada como el «reflejo» de Amitabha, una emanación más o encarnación de maha karuna (gran compasión), la cualidad que encarna Amitabha. Los devotos creen que Kuan Yin, como redentora misericordiosa, expresa la compasión de Amitabha de una forma más directa y personal y que las oraciones dedicadas a ella reciben una respuesta más rápida.
In Buddhist tradition, Kuan Yin is sometimes depicted as the captain of the “Bark of Salvation,” ferrying souls across the rough sea of their karma to Amitabha’s Western Paradise, or Pure Land, the land of bliss where souls may be reborn to receive continued instruction toward the goal of enlightenment and perfection.
Miao Shan
Generalmente se cree que Kuan Yin encarnó como la tercera hija de Miao Chuang Wang, identificado con la dinastía Zhou, perteneciente a un gobernante del reino chino del norte alrededor del año 700 a.C. Según la leyenda, ella estaba decidida a dedicarse a una vida religiosa. Se negó a casarse a pesar de las órdenes de su padre y las súplicas de sus amigas. Al final, sin embargo, se le permitió la entrada en el Convento del Pájaro Blanco, en Lungshu Hsien. Allí, bajo órdenes de su padre, fue sometida a las tareas más exigentes, que de ninguna forma enfriaron su intenso amor por Dios.
Iracundo por la devoción que tenía, su padre ordenó que fuera ejecutada, pero cuando la espada la tocó, se rompió en mil pedazos. Su padre entonces ordenó que la sofocaran, pero cuando su alma abandonó el cuerpo y descendió al infierno, ella lo transformó en el paraíso. Llevada sobre una flor de loto a la isla de P’ootoo, cerca de Nimpo, vivió durante nueve años curando a los enfermos y salvando marineros naufragados.
Se dice que una vez, cuando le dijeron que su padre había caído enfermo, se cortó la carne de los brazos y la utilizó como la medicina que salvó la vida de su padre. Agradecido, él ordenó que se erigiera una estatua en su honor, encargando al artista que la representara con «brazos y ojos completamente formados». El artista lo malinterpretó, sin embargo, y hasta el día de hoy Kuan Yin es representada algunas veces con «mil brazos y mil ojos», siendo así capaz de ver y ayudar a las masas de su pueblo.
The bodhisattva ideal
El servicio de Kuan Yin es algo muy real y tan antiguo como las montañas. El voto que hizo la bodhisattva de permanecer con la humanidad es una vocación sagrada. Sin embargo, ella nos advierte que no lo hagamos a no ser que comprendamos completamente el servicio de estos seres dedicados:
Al estar unidos a la vida entera, somos conscientes de la vida en todas sus manifestaciones, desde la más elevada hasta la más baja. Esto forma parte del ideal del bodhisattva, que forma parte de los que permanecen con la humanidad. Y hay una cantidad bastante grande de ellos en este planeta, aunque son pocos en comparación con los que siguen su camino de un vivir desenfrenado. Es una orden muy elevada y santa, y sugiero que penséis mucho en esta vocación antes de responder diciendo, «¡yo haré lo mismo!».
Porque cuando pasen los eones y los hombres no se hayan inmutado con la llama que sostendréis, recordad que podríais desear haber elegido otro camino más fácil y gratificante. Con el paso de los siglos, los miles de años y los ciclos, cuando los mismos individuos de quienes habéis cuidado con el poder de vuestra llama del corazón estén involucrados en las mismas cosas del mundo, os veréis gritando a Dios, diciendo: «O Señor, ¿cuánto, cuánto tiempo tardará esta generación de dura cerviz en llegar al conocimiento de su divinidad y del amor al fuego sagrado que por tanto tiempo hemos mantenido?»Cite error: Invalid
<ref>
tag; refs with no name must have content.
La llama de la misericordia
Kuan Yin representa las cualidades de la misericordia y la compasión hacia las evoluciones de la Tierra. La llama de la misericordia es el medio por el cual el Cristo intercede por aquellos que han errado, que no pueden soportar todo el peso de la Ley que exige una rápida recompensa por cada violación. La cualidad de la misericordia modera el retorno del karma de la humanidad, deteniendo la mano de la justicia hasta el momento en que las personas sean capaces de soportar, afrontar y conquistar su propia creación humana. Kuan Yin nos dice que
... la misericordia es la cualidad del amor que suaviza las asperezas de la vida, que cura las heridas del cuerpo etérico, que repara las grietas de la mente y los sentimientos, que limpia los escombros del pecado y el sentido de lucha antes de que estos se manifiesten en el cuerpo físico como enfermedad, deterioro, desintegración y muerteCite error: Invalid
<ref>
tag; refs with no name must have content.
«La misericordia es el poder más fuerte del universo», dice Kuan Yin, porque «es el poder de la voluntad de Dios… El poder de la misericordia es la intensidad del amor que disolverá todo el temor, todas las dudas, toda la contumacia y la rebelión en la raza… La misericordia de la Ley algunas veces es muy severa, pero siempre tiene paciencia, siempre es tolerante y ve la llama en el corazón elevándose, elevándose, elevándose para encontrarse con el Cristo»Cite error: Invalid <ref>
tag; refs with no name must have content.
Kuan Yin nos recuerda que «cuando sintáis la necesidad de una mayor fortaleza, de iluminación, de una mayor pureza y curación, recordad que todas esas cualidades os llegan desde el corazón de Dios gracias al poder de la propia llama de la misericordia. Porque con el perdón viene la renovada oportunidad de cumplir la Ley y sin perdón poco se puede progresar ».Cite error: Invalid <ref>
tag; refs with no name must have content Por consiguiente, para volver a caminar con Dios, necesitamos el perdón.
The need for forgiveness
Cuando lo invoquemos, démonos cuenta de que nuestro Ser Crístico es nuestro psiquiatra, nuestro psicólogo, nuestro ministro, nuestro sacerdote, nuestro rabino, nuestro amigo, aquel a quien debemos acudir diariamente para descargarnos, como hacían los indios norteamericanos. Ellos trazaban un círculo alrededor de la hoguera, de noche, y hablaban de los sucesos del día. Y todo lo que no les gustaba, lo echaban a las llamas. Es el mismo principio que ha sido enseñado en todas las religiones del mundo. Cuando lo ponemos en la llama, podemos irnos a la cama en paz. Mucho insomnio lo causa el no soltar nuestro karma diario, nuestras cargas cotidianas; y por tanto, no estamos en paz con nosotros mismos ni con Dios.
Tenemos la necesidad de confesarnos, necesitamos decirle a Dios aquello que hemos hecho y que no está de acuerdo con su Ley. Hasta que no se lo digamos y pidamos que su llama del perdón pase a través de nosotros, tendremos una sensación de culpabilidad, temor, vergüenza y, sobre todo, de separación de él. Hoy día esto es manifiesto en toda clase de enfermedades mentales y emocionales, personalidades divididas, odio hacia el padre y la madre, odio hacia los hijos y muchos otros problemas de los cuales es presa la sociedad moderna. El sendero de regreso al gurú, al Cristo Interior, implica pedir la ley del perdón.
El perdón es algo que debemos invocar no sólo para nosotros, hemos de invocarlo para todo lo que tiene vida, todos los que han sido injustos con nosotros, todos aquellos con quienes nosotros hemos sido injustos. Saint Germain nos enseña que cuando invocamos perdón, debemos hacerlo con un intenso amor en nuestro corazón. Hemos de comunicarnos mutuamente que nos perdonamos y que estamos pidiendo perdón. Y demuestra humildad el decir, «lo he hecho mal y te pido a ti y a Dios que me perdonéis».
Cuando invocamos la ley del perdón, este explota en el aura como fuegos artificiales de color violeta, morado y rosa, disolviendo los estados desagradables que hay en nuestro mundo. Y comienza a intensificarse hasta que grandes esferas de energía salen de nuestro corazón e inundan el mundo. Usted puede visualizar a un ser querido, a un niño, a un autoproclamado enemigo, a una figura política; puede visualizar toda una ciudad, el gobierno, el país o el planeta entero dentro de esta brillante esfera de la llama de la misericordia, convirtiéndose en receptores de olas y más olas de este vino del perdón.
El perdón es una ley, y gracias a esta ley nuestros pecados son apartados para que tengamos la oportunidad de desarrollar la conciencia Crística. «Es necesaria una preparación en la ley del perdón», nos instruye Kuan Yin, «pues en verdad es la base de la era de Acuario… El perdón no es saldar karma; es apartar el karma para que recibáis la libertad en una renovada creatividad de conquistar, de avanzar, de corregir las cosas sin la pesada carga, ese peso del pecado. Y cuando lleguéis al punto en que tengáis un logro mayor, entonces, según la ley del perdón, ese karma que fue apartado se os devuelve. Y en vuestro estado elevado de conciencia en el plano de la maestría propia, con rapidez colocáis en la llama esa sustancia para que sea transmutada, y perseguís vuestra elevada vocación»Cite error: Invalid <ref>
tag; refs with no name must have content.
Existe una diferencia entre el perdón de los pecados y su transmutación. Alguien podría robarle el bolso y después decirle que siente haberlo hecho. Usted le puede perdonar, pero el asunto no está cerrado, kármicamente hablando, hasta que él le devuelva el bolso con todo el dinero intacto o hasta que realice alguna restitución necesaria. El perdón no es saldar el karma; es el apartar el karma para que podamos recibir la libertad de corregir las cosas sin esa pesada carga del pecado.
La base del sendero de la vida abundante o de la ciencia es el perdón. Es la resolución de la armonía entre todas las partes de Dios. Es una acción intensa de amor de la llama trina. Las energías de la llama violeta, las energías de Dios, siempre laten, siempre se mueven, y transmutan los registros del subconsciente. El perdón es el cumplimiento de la ley de Isaías: «Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana»Cite error: Invalid <ref>
tag; refs with no name must have content.
The need to forgive
If you expect forgiveness, then you must be ready to forgive seventy times seven, as the Master Jesus taught. “In small ways and in great ways, mankind are tested,” Kuan Yin says, “And the bigotry that remains in the consciousness of some is also a lack of forgiveness. Those who cannot forgive their fellowmen because they do not think or worship as they do—these have the hardness of heart that encases the flame of love and also prevents the flow of wisdom.”[1]
The mercy of the law is like a two-way street. It is the signal that you send to God and the signal that he returns. A two-way street means the give-and-take with God. If you expect mercy from God, then you must give mercy to every part of life. The fulfillment of the law of mercy must be for the ultimate liberation of each and every soul. Thus, as we forgive life, life forgives us.
Time and time again we have all heard the cliché, “Let bygones be bygones. Forgive and forget!” This is so true, because if you can still resurrect the memory of a wrong that has been done to you, then you have not truly forgiven. In order to forgive, the record and the memory must be dissolved from your consciousness. Kuan Yin tells us that if this is not the case, not only have you not truly forgiven, but “you have hardened your heart. You have stored the record as a squirrel with his nuts deep within the subconscious. Deep in the etheric plane, you have stored the record of that wrong. You have not released it into the flame. You have not been willing to let go and let God be free to express in those who have wronged you, in those whom you have wronged.”[2]
One of the best ways to accomplish this complete “forgiving and forgetting” is by the use of the science of the spoken Word, accompanied by visualization, in a mantra for forgiveness written by El Morya in his “Heart, Head and Decrees.”
- I AM forgiveness acting here,
- Casting out all doubt and fear,
- Setting men forever free
- With wings of cosmic victory.
- I AM calling in full power
- For forgiveness every hour;
- To all life in every place
- I flood forth forgiving grace.
As you give this prayer daily, you may wish to visualize the flames of mercy, which are a lovely pink-violet color, enfolding your being and removing the cause and core of many wrongs of the past. It is possible to experience a great sense of relief from burdens you may have been carrying for centuries as you call for forgiveness for your sins—even those of which you may not be aware in this embodiment—and then truly accept God’s grace and forgiveness that he is extending to you through the gift of his violet transmuting flame.
The color violet has many hues ranging from the orchid-pink of mercy’s flame, containing a greater saturation of the pink ray of God’s love, to the deep-purple flame that embodies more of the blue of the will of God. The purple flame has a greater electronic cleansing action, which, when used alternately with the healing green decrees, will effectively purify and heal the four lower bodies, especially the etheric body (the memory body) of the records of the past that may be buried deep within the subconscious. To invoke this flame, take any violet-flame decree and substitute the word “purple” for “violet.” Oftentimes it is more difficult to penetrate to the etheric body than to any of the other lower bodies, and therefore the repetition of a mantra thirty-six times can be very effective in clearing old records of past momentums.
Service on the Karmic Board
Kuan Yin reminds us of another facet of the flame of mercy as she says:
For many of you I have pleaded before the Lords of Karma for the opportunity to embody, to be whole, to not have dealt to you in the physical the great karma of being maimed and blinded at birth that some of you have deserved. I have interceded with the flame of mercy on your behalf so that you could pursue, in the freedom of a sound mind and body, the light of the Law. Some who have been denied that mercy by the Lords of Karma are today in the institutions for the insane; for them it was meted that they should experience the agony of the absence of the presence of the Christ mind, that they might know what it is to defile that mind, that they might return in another life and appreciate the gift of reason, the gift to pursue the Holy Word Incarnate by the power of the Logos.
You do not realize how much has hung in the balance of your own life because mercy’s flame has been available to you. You have called and God has answered, and through my heart and my hands, mercy has flowed. I say this that you might also have the wisdom to understand that when mercy has been accorded for a time, you are expected to deliver the fruits of mercy, following the works of the LORD and the way of wisdom.[3]
The Bodhisattva Kuan Yin is known as the Goddess of Mercy because she ensouls the God-qualities of mercy, compassion and forgiveness. She serves on the Karmic Board as the representative of the seventh ray (violet ray). She also held the office of chohan of the seventh ray for two thousand years until Saint Germain assumed that office in the late 1700s.
Her retreat
► Main article: Temple of Mercy
Kuan Yin ascended thousands of years ago and has taken the vow of the bodhisattva to serve planet Earth until all her evolutions are free. From her etheric retreat, the Temple of Mercy, over Peking (Beijing), China, she ministers to the souls of humanity, teaching them to balance their karma and fulfill their divine plan through loving service to life and application of the violet flame.
Kuan Yin’s flame is the color of orchids, the pink of divine love tempering the blue of the will of God. Her flower is a pink and violet lotus; the center, being pink, is as the mercy flame, becoming deeper and deeper violet on the periphery.
See also
Sources
Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, The Masters and Their Retreats, s.v. “Kuan Yin.”
Pearls of Wisdom, vol. 31, no. 57, September 9, 1984.