Templo de Fe y Protección

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El lago Louise


El Templo de la Fe y Protección se encuentra en el reino etérico, sobre Banff y el lago Louise, en las Rocosas canadienses, en Alberta (Canadá). El Arcángel Miguel y Fe son los jerarcas de este retiro, hogar de legiones de ángeles de relámpago azul que vienen de los cuatro rincones del universo para prestar servicio a un planeta afanado. Grupos de ángeles que sirven bajo los arcángeles de los otros seis rayos también se reúnen en este retiro, donde los grandes cónclaves de las huestes angélicas se celebran bajo el patrocinio de Miguel, el Príncipe de los Arcángeles.

Definición

El templo es redondo, con incrustaciones de oro, diamantes y zafiros. Hay cuatro entradas que marcan la línea de las doce, las tres, las seis y las nueve del foco, formando una plataforma cuadrada debajo del templo. Cada entrada tiene una puerta dorada de cuarenta pies, con cuarenta y nueve escalones que conducen a ella. Zafiros azules adornan las puertas y la bóveda dorada en un diseño radial. Hermosos jardines, fuentes y bancos de mármol blanco rodean el templo.

El altar con forma de pirámide está hecho de diamantes blancos y azules; el color de la llama va de un azul zafiro oscuro a un tono pastel, casi blanco. Los asientos que rodean el altar en anillos concéntricos acogen a miles de ángeles. Dos grandes balcones forman anillos circulares dentro del templo, como dice el Arcángel Miguel, «con cabida sólo de pie». La llama en el centro se eleva hacia la bóveda dorada, que está salpicada de zafiros azules en su exterior y diamantes azules en su interior.

Después de la llegada de la primera raza raíz al planeta, cuando los arcángeles actuaban como chohanes de los rayos, hasta que estos fueron nombrados de entre la humanidad, el retiro estaba tallado en la montaña, un foco físico al que todos podían acudir para renovar sus energías, su fe en el plan divino para sus corrientes de vida y su entusiasmo por servir a la voluntad de Dios. Tras el descenso de la conciencia de la humanidad hacia la dualidad y la llegada de los luciferinos y los rezagados, el templo físico fue destruido, pero el foco etérico continuó existiendo, tan tangible como jamás lo fue un templo físico para aquellos que viajan allí en sus cuerpos sutiles.

Cuando los hombres se apartaron de su estado original de inocencia y perfección, perdieron su protección innata. El Arcángel Miguel nos dice que cuando sus ángeles entran en la atmósfera de la Tierra, cuando descienden a las dimensiones del tiempo y el espacio, «llevan puesto un casco cristalino de sustancia luminosa que es más dura que el diamante». Él nos dice:

Hacemos esto porque no deseamos que se produzca una penetración que trajera a nuestro mundo el poder de la oscuridad y la sombra o la sustancia mal cualificada. Sin embargo, habéis oído decir la frase, «los tontos se apresuran a entrar donde los ángeles temen pisar». Y por tanto, la humanidad de hoy día con frecuencia va sin su tubo de luz, sin ninguna forma de protección a… esos sitios de iniquidad, donde los espíritus oscuros se congregan para vampirizar a la humanidad, [donde] las personas atraen hacia su mundo de sentimientos esas cosas negativas que luego permanecen mucho después como semillas de enfermedad, y producen esos estados de conciencia no consagrados e infelicidad que algunas veces producen una terrible manifestación de la entidad del suicidioCite error: Invalid <ref> tag; refs with no name must have content.

Activities of the retreat

Archangel Michael and Faith invite unascended lifestreams to come to this retreat while their bodies sleep to recharge and repolarize their lifestreams with the battery of the flame of faith. Angels and elementals do likewise, for all know what an invigorating experience it is to meditate in the flame room in the center of the temple and draw in the essence of the power of the will of God.

At a certain time every evening, the legions of Archangel Michael who have been recharged in the flame go forth in formation from this retreat. Legions of angels perpetually go forth from and return to the retreat, recharged for their service to mankind, for protection and the overcoming of discarnates and entities from the astral plane that would attempt to interfere with the fulfillment of the plan of God.

Archangel Michael tells us that he charges us with the faith to complete our inner vows, our divine mission. He says:

Each and every one of you has stood before the Lords of Karma before coming into embodiment, promising to render a service for the Christ. And I have stood with you, and I have also pledged my energies and those of my legions in the defense of your faith.

And so, in our temple of light at Banff, our angels do come to receive the fires of protection. There they dip in and they are recharged for the service to mankind that they perform twenty-four hours a day. Angels of Archangel Michael’s band would never go forth to do battle without the armour of light and the full protection of the Law. I charge you then to learn a lesson from your angel of faith: to put on that armour, the whole armour of God, as you have been taught, and then to go forth as you shall go forth with the legions of fearlessness flame.[1]

The keynote of this retreat is the “Soldiers’ Chorus” from Faust, by Charles Gounod.

Sources

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 2, “El Templo de Fe y Protección”.

  1. Archangel Michael, “Charge! Charge! Charge! And Let Victory Be Proclaimed!” Pearls of Wisdom, vol. 17, no. 15, April 14, 1974.