Enoc
El libro de Génesis dice que Enoc era el séptimo desde Adán, que «caminó con Dios, y desapareció, porque le llevó DiosCite error: Invalid <ref>
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Enoc era un sacerdote del fuego sagrado y un sacerdote de la Orden de Melquisedec.
Enoc ha hablado de los desafíos de aquella vida:
Jamás me arrepentí del paso que di, ni de los que precedieron, que me llevaron al borde de la debacle humana cuando mi propia vida, según mi prójimo, fue juzgada como un fracaso. Y sin embargo, ante los maestros, antes los grandes Hermanos de Luz, fui juzgado digno de ascender y de dejar de ser, pues Dios me llevó. Y no me arrepiento de ello, porque los breves momentos en los que la humanidad se arriesgó a mofarse de mí pasaron rápidamente y la gloria del futuro en reinos de luz ha sido tan maravillosa que incluso en un momento de esa gloria, todo el dolor y la angustia de la censura humana quedaron borrados y pasaronCite error: Invalid
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He caminado con Dios. Durante muchos siglos he caminado por las vías y los caminos del mundo, llevando su llama como emisario de la Gran Hermandad Blanca. Oh, el caminar con Dios en la tierra y en las ciudades celestiales de los reinos de nuestro Señor para sembrar las semillas del Cristo para que pudieran brotar en el corazón de todos los hombres. Vosotros también podéis caminar con Dios si tan sólo pensáis en el hecho de que al dedicaros a vuestras tareas diarias, mundanas como puedan ser, estáis involucrados en un caminar con Dios, y ese caminar se vuelve más cercano, una comunión interior, el ritmo de sus pasos y su latido del corazón, de su aliento de fuegoCite error: Invalid
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Tan completamente absorbido en su Individualidad Divina estaba Enoc, que el ritual de la ascensión tuvo lugar en uno de aquellos caminares con Dios. También puede tener lugar para cualquiera que acumule el impulso del fuego sagrado con cada paso, cada latido del corazón. Porque con cada inhalación del fuego sagrado desde el trono de Dios, uno puede acercarse un poquito más a la meta de la unión con él.
Enoc y los ángeles caídos
Existe cierta cantidad de escritos atribuidos a Enoc. El más conocido es el Libro de Enoc, cuyo tema principal es el juicio final de cierto grupo de ángeles caídos a quienes Enoc llamó los «Vigilantes» y su progenie. En uno de los primeros capítulos del libro, Enoc fue enviado a los Vigilantes para transmitir el mensaje de Dios de que no tendrían ni paz ni perdón por sus pecados contra él. Los Vigilantes, aterrorizados y temblorosos, pidieron a Enoc que suplicara a Dios por ellos, algo que Enoc hizo. Sin embargo, el juicio de Dios permaneció contra los Vigilantes: «Jamás ascenderéis al cielo». Enoc escribió este libro para darnos sabiduría, una advertencia y un aviso.
Podemos llamar al maestro ascendido Enoc para que juzgue a los ángeles caídos y los orígenes del mal. Enoc nos dice:
Amados míos, he suplicado al Padre poder hablaros desde mi corazón y en nombre de Saint Germain. Algunos de vosotros estuvisteis conmigo cuando fui Enoc. Algunos de vosotros visteis la Atlántida conmigo. Recordáis vívidamente las tentaciones de los ángeles caídos, que habían empezado hacía mucho, en Lemuria. Amados, sabéis que esos ángeles caídos han llevado a la humanidad en esta hora a las profundidades de una degradación que no se pensaba fuera posible.
Surely, then, all that I have written of the judgment of the Watchers must come to pass. Let my knowledgeable ones, well-taught by the messengers, understand the directing of sacred fire and legions of Astrea into the earth for the uprooting of the roots of wickedness and karma of these fallen ones as they are bound and taken from the screen of life and, following transition, clearly removed from the astral plane and from the planet.[1]
For more information
The Book of Enoch and other Enoch texts, with commentary by Elizabeth Clare Prophet, are included in the book Fallen Angels and the Origins of Evil: Why Church Fathers Suppressed the Book of Enoch and Its Startling Revelations.
Sources
Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, The Masters and Their Retreats, s.v. “Enoch.”
- ↑ Enoch, “I Have Chosen to Walk the Earth...” Pearls of Wisdom, vol. 30, no. 9, March 1, 1987.