Neptuno y Luara

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Neptuno y Luara son jerarcas del elemento agua en este planeta. Supervisando este elemento así como el equilibrio de la vida que hay en él, Neptuno y Luara, junto con las ondinas (elementales del elemento agua) a sus órdenes, gobiernan las mareas y las aguas debajo del mar, la precipitación sobre zonas terrestres y la purificación del agua allá donde se encuentre, incluso en el cuerpo del hombre.

Estatua de Neptuno, Copenhague

Su servicio

Neptuno y Luara prestan servicio con los jerarcas de Cáncer, Leo y Virgo para enseñar a la humanidad la maestría del cuerpo emocional. También enseñan la maestría del elemento agua en los cuerpos físico y etérico así como el equilibrio de la llama trina mediante ese elemento bajo las jerarquías de Piscis, Cáncer y Escorpión.

Neptuno lleva un tridente como símbolo de la llama trina y de su autoridad sobre la acción de la conciencia Crística, que gobierna el elemento agua a través de estas tres jerarquías (2, 6, 10) del Sol. La influencia de la Luna sobre el cuerpo astral de las evoluciones de la Tierra es la perversión de las actividades de Luara, quien, como representante femenino del elemento agua, nos enseña la maestría del cuerpo emocional.

Las ondinas

Las ondinas viven allá donde hay agua, algunas veces apareciendo con la forma de una sirena. Ellas intensifican la pureza y el flujo de la luz de Dios en las aguas. Puesto que más de dos terceras partes de la Tierra están cubiertas de agua, las ondinas están muy atareadas. Kuthumi habla de su servicio:

El importante trabajo de las ondinas avanza con los océanos y los ríos y los lagos, los arroyos y riachuelos y las gotas de lluvia, ya que todos ellos juegan un papel en la formación y reformación del cuerpo de nuestro planeta y del hombre, completamente dependiente de los elementales.

Las ondinas, que también ríen y juegan en las olas y cascadas, siguen con amor el ejemplo de sus jerarcas. Neptuno es el rey de las profundidades y su consorte, Luara, es la madre de las mareas, gobernando los ciclos de fertilidad y el elemento agua en su afectación del cuerpo emocional (conocido como el cuerpo de agua, de los sentimientos o de los deseos) y las comunicaciones de alegría, dolor, culpa, ira y amor de la humanidad a través del plano astral, influyendo mucho en el inconsciente colectivo de la razaCite error: Invalid <ref> tag; refs with no name must have content.

Freeing the undines

Es importante que la humanidad rece por las ondinas y les diga lo agradecida que está por su magnífico trabajo; y que las anime a seguir con el trabajo. Llame a Saint Germain y a las legiones de los ángeles de llama violeta para que transmuten el inconsciente colectivo de la humanidad y toda la oscuridad, enfermedad y muerte que contamina los cuerpos emocionales de la humanidad y las aguas del planeta Tierra. Pida la restauración del flujo natural del fuego del Espíritu hacia los mares para aligerar el peso del plano astral llevado por las ondinas. También debemos pedir la protección de las queridas ballenas para que puedan seguir transmitiendo luz cósmica y rayos cósmicos a toda la vida en la Tierra.

Rece por la transmutación de toda la contaminación de las aguas de la Tierra. La llama violeta puede restaurar ecosistemas desequilibrados de ríos y lagos que ya no pueden apoyar toda la diversidad biológica ni revertir el daño a los bosques con la lluvia ácida. Pida específicamente la purificación del agua potable de la Tierra para conservar el equilibrio del elemento agua en los cuerpos de la humanidad.

La importancia del mar

Neptuno y Luara han hablado de la importancia del mar:

The sea is where Life begets life. The sea is the womb of the Cosmic Virgin, even as it is the tomb where hieroglyphs of the collective unconscious of earth’s evolutionary chain are recorded and rerecorded for the transformation of all life. The sea is the desiring of the Mother to give birth to the children of God, and it represents the highest and the lowest of the desirings of humanity to beget God and anti-God, universal harmony or its antithesis.

The seven seas are man’s desirings for wholeness in the seven planes of being. They represent the seven colors, tones and vibrations of the seven days of creation. The seas contain the Grund and the Ungrund—the formed and the unformed elements of life. The seas and the bodies of water that dot the earth with jewels of glacial blue, aquamarine and gorgeous sapphire hues actually exist in seven layered planes corresponding to the seven bodies of man.

Elemental beings of light and angel ministrants provide the focus for the interchange of these “seven seas” with the sacred fire of the seven vehicles of man’s consciousness. Most people in your octave observe only the physical body of man, and therefore they likewise observe only the physical body of the sea.

John the Revelator beheld the “sea of glass like unto crystal” before the throne of the Ancient of Days and again the “sea of glass mingled with fire.”[1] Thus, the interchange of sacred fire and flowing water in the Great Central Sun is ever the life-giving movement of Alpha and Omega in the heart of the flaming Monad whose Presence in you is the I AM THAT I AM.

Thus, Father and Mother, ever begetting life, release the crystal cord as a chain of crystal light. This chain, as a mighty caduceus spanning the ocean of cosmos, is the ascending/descending spinal altar whose structure becomes the superstructure for the mental and physical vehicles of every part of life.[2]

See also

Elementals

Sources

Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, The Masters and Their Retreats, s.v. “Neptune and Luara.”

  1. Rev. 15:2.
  2. Neptune and Luara, “Cosmic Cooperation between the Children of the Sun and Elemental Life IV,” Pearls of Wisdom, vol. 23, no. 17, April 27, 1980.