Maha Chohán

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El Maha Chohán es el representante del Espíritu Santo. Quien ocupa este cargo en la jerarquía representa al Espíritu Santo del Dios Padre-Madre, de Alfa y Omega, para las evoluciones de este planeta y el reino elemental. El retiro del Maha Chohán, el Templo del Consuelo, está ubicado en el plano etérico y tiene un foco en el físico, en la isla de Sri Lanka (antiguamente conocida como Ceilán), donde la llama del Espíritu Santo y la del Consuelo están afianzadas.

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El Maha Chohán

Su llama gemela es Palas Atenea, Diosa de la Verdad.

El oficio de «Gran Señor»

Maha Chohán significa «Gran Señor» y el Maha Chohán es el Gran Señor de los siete chohanes, el director de los siete chohanes de los rayos. Entre las cualificaciones necesarias para este cargo en la jerarquía está el haber logrado ser un adepto en cada uno de los siete rayos, que se funden en la pura luz blanca del Espíritu Santo. Con los siete chohanes, él inicia a nuestra alma como preparación para recibir los nueve dones del Espíritu Santo, de los que se habla en 1 Corintios 12:4–11.

Las primeras tres razas raíz, cada una de las cuales cumplió su plan divino en el ciclo establecido de 14.000 años, tenían sus propios representantes del Espíritu Santo que se graduaron para pasar al servicio cósmico con sus razas raíz respectivas.

Encarnaciones

 
Homero y su guía, William-Adolphe Bouguereau (1874)

Homero

Quien actualmente ocupa el cargo de Maha Chohán estuvo encarnado como el poeta ciego Homero, cuyos poemas épicos, La Ilíada y La Odisea, incluyen a su llama gemela, Palas Atenea, como figura central. La Ilíada cuenta la historia del último año de la guerra de Troya, mientras que La Odisea se concentra en el regreso de Odiseo, uno de los héroes de la guerra de Troya, a su hogar.

Históricamente, poco se conoce sobre Homero, pero la mayoría de los eruditos creen que compuso sus poemas en el siglo VIII o IX a.C. Incluso en esa época, Homero sintonizó su conciencia con la llama del consuelo, y la radiación que él sostuvo con el foco de la llama de su corazón fue una gran bendición para la vida elemental.

Pastor de la India

En su última encarnación como un pastor de la India, la luz que silenciosamente produjo guardó la llama por millones de corrientes de vida. Consiguió su maestría consagrando sus cuatro cuerpos inferiores como cálices de la llama del Espíritu Santo y su conciencia como un transformador para la reducción de las emanaciones de Sanat Kumara, el Anciano de Días.

El Maha Chohan ha dicho de esa encarnación:

He sido pastor en muchas vidas, cuidando a las ovejas en las laderas mientras oraba a Dios para que me liberara para que yo pudiera llevar liberación a los suyos a quienes él había confiado a mi cuidado. Y en medio de mis ruegos a la Deidad, a menudo me sacaban del cuerpo para llevarme al mundo celestial y los ángeles me escoltaban a academias del Espíritu donde, bajo la tutela de quien ocupó el oficio del Maha Chohan antes que yo, califiqué para llevar el manto del Espíritu Santo.[1]

El Espiritu Santo

Puesto que el Espíritu de Dios impregna la naturaleza y al hombre como la esencia que da vida del fuego sagrado, el representante del Espíritu Santo debe estar cualificado para penetrar en todas las sustancias mediante la difusión de su conciencia y también para inducir la llama que sostiene la vida en el hombre y en la naturaleza mediante la concentración de su conciencia.

El elemento que se corresponde con la llama del Espíritu Santo es el oxígeno. Sin ese elemento, ni el hombre ni la vida elemental podrían continuar su servicio. La conciencia del Maha Chohán, por tanto, es comparable al Imán del Gran Sol Central. Él concentra sobre el planeta el imán que atrae hacia la Tierra las emanaciones del sol que se necesitan para mantener la vida.

Le ayudan en este servicio legiones de ángeles de fuego blanco que prestan servicio para la pura luz blanca del Espíritu Santo de Alfa y Omega afianzada en el magnífico altar del fuego sagrado en este retiro etérico, sobre la isla de Sri Lanka. Estos ángeles atraen la esencia del fuego sagrado de esa llama para sostener la fuerza pránica en los cuatro cuerpos inferiores del planeta.

También prestan servicio al Santo Consolador ángeles de llama rosa que cuidan del foco de la llama del consuelo en el altar central de este retiro. En una sala de la llama adjunta hay afianzada, en un cáliz de cristal bordeado de palomas cristalinas, una llama blanca, teñida de rosa, con oro en la base, que emite una poderosa radiación de amor divino. Estos ángeles llevan las emanaciones de estas llamas a los cuatro rincones de la Tierra, hasta los corazones de todos los que anhelan consuelo y pureza del Dios Padre-Madre.

Las llamas gemelas del Espíritu Santo se manifestaron como lenguas hendidas de fuego el día de Pentecostés, cuando los discípulos se llenaron del Espíritu Santo.[2] Cuando Jesús fue bautizado, «vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él».[3] La paloma es el símbolo físico de la acción de las llamas gemelas del Espíritu Santo, que también se puede visualizar como una V con alas, un foco de las polaridades masculina y femenina de la Deidad y un recordatorio de que Dios creó las llamas gemelas para que representaran su naturaleza andrógina.

Ante la presencia del Maha Chohán y dentro de los muros de su retiro, uno siente el ritmo del Espíritu Santo, las pulsaciones del aliento del fuego sagrado de Dios, emitiendo el flujo de la vida desde el Sol Central hacia los corazones de todos los que evolucionan en este planeta.

El Maha Chohán se ha referido al Espíritu Santo como el gran coordinador unificador que,

como un vigoroso tejedor de antaño, teje una vestidura sin costuras de luz y amor de maestro ascendido. La atención de Dios sobre el hombre, como una lanzadera, irradia haces brillantes de luz descendente que destellan fragmentos de pureza y felicidad hacia la Tierra y el corazón de sus hijos, mientras que las esperanzas, aspiraciones, invocaciones y peticiones de ayuda de los hombres, que se elevan tiernamente, buscan a Dios en su poderoso refugio de pureza cósmica…

Como una diminuta semilla de luz, el Espíritu Santo entra en el corazón de la Tierra, en la densidad de la materia, para poder expandirse por las células de la forma y del ser, del pensamiento y la percepción para convertirse en una gnosis y un fulgor en el cáliz de la conciencia. Este Santo Grial de sustancia inmortal puede no ser reconocido por muchos que pasen de largo, pero muchos otros lo percibirán reluciendo desde detrás del velo. Derramando la luz de ese conocer divino que trasciende el concebir mortal, y es la renovante frescura de la alborada de la eternidad, vitaliza cada momento con la felicidad Divina que el hombre comprende mediante las infinitas percepciones arrojadas como fragmentos en el cáliz de su propia conciencia[4].

En 1974 el amado Maha Chohán dijo:

El Consejo Kármico ha decretado que en esta hora de la evolución de esta oleada de vida y este hogar planetario ha llegado el momento en que el reloj cósmico ha sonado. Es la hora en que la humanidad ha de recibir el Espíritu Santo y preparar el templo corporal para que sea la morada del Altísimo. En este momento de la aparición de ese Espíritu es necesario que cierta cantidad de personas de entre la humanidad sean purificadas para recibir ese Espíritu. Porque a menos que reciban esa llama y esa conciencia, el mundo dejará de existir como un lugar de evolución tal y como lo conocéis actualmente. Porque el equilibrio de todas las fases de la vida y la evolución no pueden continuar a no ser que el Espíritu Santo se convierta en la energía vivificadora en la vida y en la luz del hombre y la mujer. Cuando el reloj dé la medianoche y el año 1974 dé paso a 1975, en ese momento se producirá la emisión de la espiral del Espíritu Santo para el planeta entero[5].

Luego el Maha Chohán nos dijo que la emisión del último cuarto de siglo era «una espiral cósmica que serviría para la realización total del Espíritu Santo en el hombre, la mujer, la naturaleza, el niño santo. Y habría un período de veinticinco años de prueba para ver si suficientes personas podrán mantener un tabernáculo para el Espíritu Santo mediante el sacrificio, la renuncia y la autopurificación»[6].

El Maha Chohán sirve a todas las personas de la Tierra cuando entran en este mundo y cuando lo abandonan. En el momento de nacer, está presente para soplar el aliento de la vida en el cuerpo y para encender la llama trina que es bajada a la manifestación en la cámara secreta del corazón.

El Maha Chohán también asiste durante la transición llamada muerte, cuando acude a retirar la llama de la vida y a retirar el aliento santo. La llama, o chispa divina, regresa al Santo Ser Crístico y el alma, vestida con el cuerpo etérico, también regresa al nivel del Santo Ser Crístico. De forma parecida, él también nos presta servicio en todas las encrucijadas de la vida si tan sólo nos detenemos por un momento al tomar decisiones, pensamos en el Espíritu Santo y simplemente decimos el mantra: «Ven, Espíritu Santo, ilumíname».

La radiación del Maha Chohán se atrae con la composición musical «Homing», de Arthur Salmon.

Véase también

Chohanes

Palas Atenea

Espiritu Santo

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “The Maha Chohan.”

  1. El Maha Chohan, "Imploro ante la Corte del Fuego Sagrado por la iluminación de todos los siervos de Dios", Perlas de Sabiduría, vol. 38, núm. 33, 30 de julio de 1995.
  2. Hechos 2:3.
  3. Mateo 3:16.
  4. Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, The Path of the Higher Self, volume 1 of the Climb the Highest Mountain® series (Escala la montaña más alta: El sendero del Yo Superior), (1986), págs. 386–87.
  5. El Maha Chohán, “A Tabernacle of Witness for the Holy Spirit in the Final Quarter of the Century (Un tabernáculo como testigo para el Espíritu Santo en el último cuarto de siglo)”, 1 de julio de 1974.
  6. Ídem.