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Kuan Yin/es: Difference between revisions

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Tenemos la necesidad de confesarnos, necesitamos decirle a Dios aquello que hemos hecho y que no está de acuerdo con su Ley. Hasta que no se lo digamos y pidamos que su llama del perdón pase a través de nosotros, tendremos una sensación de culpabilidad, temor, vergüenza y, sobre todo, de separación de él. Hoy día esto es manifiesto en toda clase de enfermedades mentales y emocionales, personalidades divididas, odio hacia el padre y la madre, odio hacia los hijos y muchos otros problemas de los cuales es presa la sociedad moderna. El sendero de regreso al gurú, al Cristo Interior, implica pedir la ley del perdón.
Tenemos la necesidad de confesarnos, necesitamos decirle a Dios aquello que hemos hecho y que no está de acuerdo con su Ley. Hasta que no se lo digamos y pidamos que su llama del perdón pase a través de nosotros, tendremos una sensación de culpabilidad, temor, vergüenza y, sobre todo, de separación de él. Hoy día esto es manifiesto en toda clase de enfermedades mentales y emocionales, personalidades divididas, odio hacia el padre y la madre, odio hacia los hijos y muchos otros problemas de los cuales es presa la sociedad moderna. El sendero de regreso al gurú, al Cristo Interior, implica pedir la ley del perdón.


El perdón es algo que debemos invocar no sólo para nosotros, hemos de invocarlo para todo lo que tiene vida, todos los que han sido injustos con nosotros, todos aquellos con quienes nosotros hemos sido injustos. Saint Germain nos enseña que cuando invocamos perdón, debemos hacerlo con un intenso amor en nuestro corazón. Hemos de comunicarnos mutuamente que nos perdonamos y que estamos pidiendo perdón. Y demuestra humildad el decir, «lo he hecho mal y te pido a ti y a Dios que me perdonéis».
El perdón es algo que debemos invocar no sólo para nosotros, hemos de invocarlo para todo lo que tiene vida, todos los que han sido injustos con nosotros, todos aquellos con quienes nosotros hemos sido injustos. [[Special:MyLanguage/Saint Germain|Saint Germain]] nos enseña que cuando invocamos perdón, debemos hacerlo con un intenso amor en nuestro corazón. Hemos de comunicarnos mutuamente que nos perdonamos y que estamos pidiendo perdón. Y demuestra humildad el decir, «lo he hecho mal y te pido a ti y a Dios que me perdonéis».


Cuando invocamos la ley del perdón, este explota en el aura como fuegos artificiales de color violeta, morado y rosa, disolviendo los estados desagradables que hay en nuestro mundo. Y comienza a intensificarse hasta que grandes esferas de energía salen de nuestro corazón e inundan el mundo. Usted puede visualizar a un ser querido, a un niño, a un autoproclamado enemigo, a una figura política; puede visualizar toda una ciudad, el gobierno, el país o el planeta entero dentro de esta brillante esfera de la llama de la misericordia, convirtiéndose en receptores de olas y más olas de este vino del perdón.
Cuando invocamos la ley del perdón, este explota en el aura como fuegos artificiales de color violeta, morado y rosa, disolviendo los estados desagradables que hay en nuestro mundo. Y comienza a intensificarse hasta que grandes esferas de energía salen de nuestro corazón e inundan el mundo. Usted puede visualizar a un ser querido, a un niño, a un autoproclamado enemigo, a una figura política; puede visualizar toda una ciudad, el gobierno, el país o el planeta entero dentro de esta brillante esfera de la llama de la misericordia, convirtiéndose en receptores de olas y más olas de este vino del perdón.