Alexander Gaylord
Alexander Gaylord ascendió en 1937 tras haber sido mensajero de la Hermandad y haber estado activo en el Servicio Secreto Cósmico. Su llama gemela es la maestra ascendida Leto y juntos prestan servicio en el retiro del Maestro de París.
Encarnaciones anteriores
Gaylord y Leto estuvieron encarnados en la civilización inca. En aquel entonces, él era un funcionario público y ella era una devota científica, los dos altamente sintonizados con la jerarquía espiritual.
El libro de Godfré Ray King The Magic Presence (La Mágica Presencia) relata cómo Alexander Gaylord, aún encarnado y trabajando para la Hermandad, realizó misiones con Leto, quien había ascendido más de trescientos años antes.[1] Godfré narra una historia que Alexander Gaylord le contó sobre la primera reunión de Gaylord con un maestro cuyo nombre no se menciona. Gaylord estaba realizando un trabajo para el Consejo Indio de la Gran Hermandad Blanca. Se encontraba a bordo de un barco de camino a Francia cuando se encontró con «un caballero de apariencia muy distinguida». El hombre acompañó a Gaylord a la India y a otros lugares, y le enseñó, según palabras de Gaylord, «el uso más maravilloso de la antigua sabiduría». Gaylord dice que se trataba de «un hombre excepcional. La única promesa que me exigió en todo momento fue que jamás revelara su nombre a nadie».
Su misión de hoy
Hoy, el maestro ascendido Alexander Gaylord continúa con su trabajo y está muy implicado en ayudar a la humanidad a que ponga su casa en orden. Es un emisario de libertad y paz de la Hermandad y un miembro de los Departamentos de Psicología Cósmica y Estudios Geopolíticos en el Retiro Royal Teton. Él ha explicado que su trabajo para la Hermandad es de una naturaleza muy especial y que, algunas veces, manifiesta un cuerpo físico para este trabajo. Ha dado discursos a sus estudiantes sobre las infames fuerzas que operan en la escena mundial y sobre la acción recíproca de las fuerzas en la sociedad, incluyendo la manipulación de las masas.
Gaylord ha dicho, en el nombre de la Hermandad:
Nuestro camino es el camino del amor. Y en nombre de la libertad, si la humanidad realmente desea terminar todas las guerras, debe hacerlo con una inequívoca aceptación de la regla de oro del Príncipe de la Paz. Países y pueblos deben estar dispuestos a negociar, pero no a expensas de la justicia y la razón. La inquietud del mundo, que hace mucho debía haber sido calmada por la verdadera religión, desgraciadamente ha sido avivada por la intolerancia religiosa y la maldad mortal de los manipuladores. Por tanto, la Hermandad reza para que hombres sabios por doquier, arrodillados a los pies de Dios, aprendan a distinguir entre la queja genuina y aquella que ha sido fabricada sintéticamente con el fin de diseminar discordia…
Mi oración pide paz mundial a través de la paz y el entendimiento individuales, pero no a costa de ceder ante los manipuladores o los belicistas, que ondean una rama de olivo que contradice la violencia que hay en sus corazones[2].
Las llamas gemelas de Alexander Gaylord y Leto prestan un servicio especial entre los jóvenes.
Véase también
Notas
Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1.