Templo de la Ascensión y Retiro en Luxor
El Templo de la Ascensión está en Lúxor, sobre el río Nilo, en Egipto. El Templo forma parte del retiro de Lúxor, que está presidido por Serapis Bey. El Arcángel Gabriel y Esperanza también prestan servicio allí.
Definición
El retiro etérico de la Hermandad de Lúxor está sobrepuesto al retiro físico, que está compuesto de un edificio grande, cuadrado, de piedra blanca, con un muro que lo circunvala y un patio, así como un edificio subterráneo que contiene el Templo de la Ascensión y la Sala de la Llama.
A unas pocas millas del foco hay una pirámide, que también tiene sobrepuesta la actividad etérica. En la sala superior de la pirámide está la cámara del rey, donde tienen lugar las iniciaciones de la transfiguración y la resurrección. Otras salas dentro de la pirámide se utilizan para iniciaciones impartidas por el Consejo de Adeptos a devotos que van a Lúxor preparados para las más severas disciplinas y la total renuncia a su conciencia humana.
El foco de la llama de la ascensión fue llevado por Serapis Bey a este lugar justo antes del hundimiento de la Atlántida. En encarnaciones posteriores, él y los hermanos que habían prestado servicio en el Templo de la Ascensión de la Atlántida construyeron el retiro, que en un principio estaba en la superficie. Ahí, en un edificio subterráneo, está la sala de justicia que tiene forma circular donde el Consejo de Adeptos realiza el juicio final. Cerca está la Sala de la Llama, un edificio cuadrado con puertas en dos de los lados. Aquí se entra sólo como candidato a la ascensión, después de que se han pasado todas las iniciaciones.
Formando otro cuadrado en la sala hay doce columnas blancas, decoradas en la base y en la parte superior con relieves en oro, las cuales rodean el estrado central sobre el que arde la llama de la ascensión. Representan las doce jerarquías del Sol y los doce atributos Divinos. Todos los que ascienden desde este Templo lo hacen porque han logrado la maestría Divina mediante las disciplinas y la tutela de una de estas doce jerarquías, la jerarquía bajo la que nacieron en la encarnación en la que estaban destinados a ascender.
El candidato a la ascensión es invitado por el jerarca del retiro a pasar por las columnas y a ponerse en el centro de la llama de la ascensión. En ese punto suena el tono cósmico del individuo y la llama de Alfa es emitida desde el círculo en el techo, mientras que la llama de Omega se eleva desde la base. En el momento en que suena el tono del individuo y simultáneamente a la acción de la llama, los serafines del atrio exterior anuncian a son de trompeta la victoria del alma ascendente con la interpretación de la «Marcha triunfal» de Aída más magnífica que se haya escuchado alguna vez. La disciplina, que es la nota clave de este retiro, se siente en su interpretación precisa y en tono perfecto de esta pieza.
In the underground complex there are other flame rooms for the meditation of the devotees who serve there. There is a focus of the resurrection flame, and there are chambers for the preparation of various initiations, including those of the transfiguration and the resurrection.
Attending the retreat
Serapis Bey’s methods of discipline are tailor-made for each candidate for the ascension. After an initial interview by himself or one of the twelve adepts, devotees who come here are assigned in groups of five or more to carry out projects with other initiates whose karmic patterns lend themselves to the maximum friction between the lifestreams. Each group must serve together until they become harmonious, learning that those traits of character that are most offensive in others are actually the polarity of their own worst faults, and what one criticizes in another is likely to be the root of his own misery.
Aside from this type of group discipline, individuals are placed in situations that provide them with the greatest challenge, according to their karmic pattern. In this retreat one cannot simply up and leave a crisis, a circumstance or an individual that is not to his liking. He must stand, face and conquer his own misqualified energy by disciplining his entire consciousness in the art of nonreacting to the human creation of others, even as he refuses to be dominated or influenced by his own human creation.
Serapis Bey writes:
I am announcing to all candidates of the ascension and to all who desire to be candidates for the ascension flame at the close of this or their next embodiment that we have arranged classes at our retreat that may be attended by those aspiring after Purity’s matrix.
To those who have said in their hearts, “I desire above all to be perfect in the sight of God, to have that perfect mind in me which was also in Christ Jesus,”[1] to those who yearn to merge with the flame of God’s identity and to find themselves made in the image and likeness of God, to those in whom this desire burns day and night—to you I say, Come and be tutored in those precepts of the Law that perhaps have escaped you in this life or which perhaps you have overlooked in previous embodiments.
For we are here to fill in the missing links in the chain of Being so that when the hour of your transition comes and you find yourself as the rose on the other side of the wall, you will have the momentum and the inner soul-direction that will carry you to this or one of the other retreats of the Brotherhood either for final preparation for the ascension or for preparation for reembodiment.[2]
The ascension flame is an intense fiery white with a crystal glow. The Easter lily is the symbol of the flame and its focus in the nature kingdom, and the white diamond is its focus in the mineral kingdom. The melody of the flame is the “Triumphal March” from Aïda, and the keynote of the retreat is “Liebestraum,” by Franz Liszt.
See also
Sources
Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 2, s.v. “El Templo y Retiro de la Ascensión en Lúxor”.
- ↑ Phil. 2:5.
- ↑ Template:OSD, chapter 4.