Karma
(Sánscrito karman, nominativo karma, «acto», «acción», «obra».) Karma es energía/conciencia en acción; la ley de causa y efecto y compensación. Llamada también ley del círculo, que decreta que cualquier cosa que hagamos completará un círculo y regresará a nuestra puerta para ser resuelta.
Pablo dijo: «Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará»[1]. Newton observó: «Para toda acción hay una reacción igual y opuesta».
La ley del karma requiere que el alma reencarne hasta que todos los ciclos kármicos se hayan saldado. Así, de una vida a la siguiente el hombre determina su destino por sus acciones, incluyendo sus pensamientos, sentimientos, palabras y obras.
Origen
El karma es la energía de Dios en acción. Originada en la Mente de Dios, la energía, acción-reacción-interacción, es la Trinidad del Logos. El campo de fuerza creativo de la Mente de Dios es la fuente del karma.
La palabra karma se ha usado tanto de forma amplia como estrecha a lo largo de los siglos para definir los conceptos en constante evolución del hombre sobre la causalidad, la Ley Cósmica y su relación con esa Ley. Los antiguos orígenes de la palabra son una llave energética que gobierna el flujo del Espíritu a la Materia. Karma, de acuerdo a los Maestros Ascendidos, es tomada de la raíz lemuriana que significa "la Causa del Rayo en Manifestación", de ahí la palabra "Ka- Ra-Ma".
El karma es Dios, Dios como ley; Dios como principio; Dios como voluntad, sabiduría y amor del Espíritu convirtiéndose en Materia. La ley del karma es la Ley del ser, estando siempre en estado de transformación, el movimiento del Ser que trasciende al Ser.
El karma es la ley de los ciclos, el movimiento que entra y sale a través de las esferas de la propia conciencia cósmica de Dios: la inhalación y exhalación del SEÑOR.
A lo largo de las siete esferas del cosmos Espíritu-Materia, el karma es la ley de la creación, el antakarana de la creación. Es la integración del flujo de la energía entre el Creador y la creación. El karma son causas que se convierten en efectos, efectos que se vuelven causas, que a su vez se convierten en efectos. El karma es la gran cadena de la jerarquía, eslabón por eslabón que transfiere las energías de Alfa y Omega, el comienzo y el fin de los ciclos.
Karma de Dios
► Artículo principal: Dios
“En el principio Dios creó el cielo y la tierra”, y se inició la cadena de acción-reacción-interacción. Dios, la Primera Causa, creó el primer karma. Por su voluntad de ser, Dios quiso ser tanto Creador como creación y, de esta manera, puso en movimiento el movimiento eterno de su energía: el karma. Por el eterno deseo de Dios de ser Dios, el gran Ser hace permanente la ley del karma en los ciclos del cosmos. La creación de Dios es su karma. Los hijos e hijas de Dios son el karma de Dios el altísimo viviente.
El karma de Dios es el karma de la perfección; la perfección es el flujo de la armonía del Espíritu a la Materia y de la Materia al Espíritu. El karma de Dios, al cumplir la ley de su energía en movimiento, puede entenderse como el movimiento de su voluntad en una sucesión interminable de fuerzas primarias que producen fuerzas secundarias y fuerzas terciarias y así sucesivamente e indefinidamente, desde el centro de su Ser hasta la circunferencia y desde la circunferencia al centro. El karma de Dios es la sincronización de tales fuerzas cósmicas que interactúan a través de campos de fuerza cósmicos, extendiéndose hasta los límites de su habitación en el Espíritu y en la Materia.
Libre albedrío y karma
Sin libre albedrío no puede haber karma, ni en Dios ni el hombre. El libre albedrío es la representación del Espíritu Santo, la causa del rayo en manifestación. El libre albedrío es el punto crucial de la ley de la integración. Solo Dios y el hombre pueden incurrir en karma, pues solo Dios y Dios en el hombre tienen libre albedrío. Todas las demás criaturas, incluyendo la vida elemental, la evolución dévica y la angélica— son instrumentos de la voluntad de Dios y la del hombre. Por ello son instrumentos del karma de Dios y el hombre.
El libre albedrío de los ángeles es el libre albedrío de Dios. Ellos están obligados a cumplir la voluntad de Dios, pues a diferencia del hombre, no han recibido la libertad de experimentar con la energía de Dios. Aunque los ángeles comenten equivocaciones que producen resultados contrarios a la voluntad de Dios, más tarde pueden rectificar sus errores y volver a alinear la energía en cuestión con la voluntad de Dios.
La rebelión angélica contra la voluntad de Dios es de un orden distinto al ejercicio que hace el hombre del libre albedrío y que produce karma. El libre albedrío es esencial en la expansión de la identidad Divina por parte del hombre dentro del marco de la Gran Ley. El hombre recibe la libertad de experimentar con su libre albedrío, pues es un dios en potencia.
Por otro lado, los ángeles, que tan solo toman parte del libre albedrío de Dios, abandonan su altísimo estado si se rebelan contra la voluntad de Dios, cuya realización les han encargado. Así, si un ángel decide actuar contra la voluntad de Dios, debe ser expulsado del reino angélico y enviado al reino de escabel para que encarne en el reino del hombre.
El hombre, hecho un poco menor que los ángeles, ya está confinado a las esferas inferiores de la relatividad. Por tanto, cuando genera karma negativo, simplemente permanece en su nivel mientras lo equilibra. Pero un ángel que se rebela contra la voluntad de Dios es retirado de su elevado estado en el que tiene una identificación completa con Dios, y es relegado a las esferas inferiores de la morada del hombre para que equilibre la energía de Dios que ha cualificado mal.
Enseñanza Hindú
En el hinduismo, la palabra sánscrita karma (que originalmente significa acto, acción, labor u obra) evolucionó para indicar las acciones que atan al alma al mundo de la existencia. “Así como un agricultor planta cierto tipo de semilla y obtiene una determinada cosecha, lo mismo ocurre con las buenas y las malas acciones”, dice el Mahabharata[2], una epopeya hindú. Debido a que hemos sembrado tanto el bien como el mal, debemos volver a recoger la cosecha.
El hinduismo reconoce que algunas almas se contentan con seguir haciendo esto vida tras vida. Disfrutan de la vida en la tierra con su mezcla de placer, dolor, éxito y fracaso. Viven y mueren y vuelven a vivir, saboreando el agridulce sabor de los buenos y malos karmas que han sembrado.
Pero hay otro sendero para los que están cansados del retorno sin fin: la unión con Dios. Cada vida, como explicó el novelista francés Honoré de Balzac, el concepto de que se puede vivir para “llegar al camino donde la Luz brilla. La muerte marca una etapa en este viaje".[3]
Una vez que las almas han decidido regresar a su fuente, su objetivo es purificarse de la ignorancia y la oscuridad. El proceso puede durar muchas vidas. El Mahabharata compara el proceso de purificación con el trabajo de un orfebre que purifica su metal arrojándolo repetidamente al fuego. Aunque un alma puede purificarse a sí misma en una vida mediante "grandes esfuerzos", la mayoría de las almas requieren "nacer cientos de veces" para limpiarse, dice el Mahabharata. [4] Cuando el alma se purifica, queda libre de la ronda del renacimiento, es una con Brahmán. El alma "alcanza la inmortalidad".[5]
Enseñanza budista
Los budistas también ven el ciclo del renacimiento como una rueda, una rueda a la que estamos atados hasta que podamos romper las cadenas kármicas. Siddhartha Gautama (s. 563 – s. 483 A. C.), el fundador del budismo, comenzó su vida como hindú. Tomó prestadas las ideas hindúes sobre el karma y la reencarnación y las amplió.
El Dhammapada, uno de los textos budistas más conocidos, explica el karma de la siguiente manera: “Lo que somos hoy proviene de nuestros pensamientos de ayer, y nuestros pensamientos presentes construyen nuestra vida del mañana: nuestra vida es la creación de nuestra mente. Si un hombre habla o actúa con una mente impura, el sufrimiento lo seguirá como la rueda del carro sigue a la bestia que tira del carro... Si un hombre habla o actúa con una mente pura, la alegría lo seguirá como su propia sombra."[6]
Karma y destino
Hoy en día, la palabra karma se utiliza como un sustituto de moda de la palabra destino. Pero creer en el karma no es fatalismo. El karma, de acuerdo a los hindúes, puede hacer que las personas nazcan con ciertas tendencias o características, pero no las obliga a actuar de acuerdo con esas características. El karma no niega el libre albedrío.
Cada persona "puede elegir seguir la tendencia que ha formado o luchar contra ella",[7] como explica la Sociedad Vedanta, una organización que promueve el hinduismo en Occidente. “El karma no constituye determinismo”, leemos en La Enciclopedia de Filosofía y Religión de Oriente. "Las obras determinan de hecho la forma de renacer, pero no las acciones del individuo renacido; el karma proporciona la situación, no la respuesta a la situación".[8]
El budismo está de acuerdo. Buda enseñó que la comprensión del karma nos da la oportunidad de cambiar el futuro. Desafió a un maestro contemporáneo llamado Makkhali Gosala, quien enseñó que el esfuerzo humano no tiene efecto sobre el destino y que la liberación es un evento espontáneo. Para Buda, creer en la predestinación, o en el destino, era la más peligrosa de todas las doctrinas.
En lugar de condenarnos a un destino irreversible, enseñó, que la reencarnación nos permite actuar hoy para cambiar el futuro. Nuestras buenas obras de hoy pueden traernos un mañana más feliz. Como dice el Dhammapada, “Así como un hombre que estuvo lejos durante mucho tiempo es recibido con alegría por sus familiares, simpatizantes y amigos, a su regreso sano y salvo; de la misma manera las buenas obras de un hombre en su vida lo acogerán con beneplácito en otra vida, con la misma alegría de un amigo que se encuentra con un amigo a su regreso”.[9]
De acuerdo a los hindúes y los budistas, nuestro karma requiere que sigamos reencarnando hasta lograr la unión divina. La unión con Atman puede ocurrir por etapas mientras estamos vivos y hacerse permanente después de la muerte.
Karma y Cristiandad
► Artículo principal: Karma en la Biblia
La ley del karma está asentada en toda la Biblia. El apóstol Pablo deja en claro lo que Jesús le enseñó y lo que aprendió de la vida:
Porque cada cual llevará su carga....
No os engañeis: Dios no puede ser burlado, que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.[10]
El karma puede traer ayuda y bendiciones a aquellos que han sembrado bien de acuerdo a la regla de oro: "Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti".
La ley de causa y efecto y del libre albedrío es afirmada por Jesús una y otra vez en sus parábolas a los suyos y en sus advertencias a la simiente del malvado. Nuestro Señor habla a menudo del día del juicio, que es el día del ajuste de cuentas, las cuentas kármicas de cada hombre tal como está registrado en su propio libro de la vida. En Mateo 12:35–37, da una lección a los escribas y fariseos sobre la ley de la causa y efecto:
El hombre bueno del buen tesoro del corazón saca buenas cosas [por ej., karma positivo]: y el hombre malo del mal tesoro saca malas cosas [por ej., karma negativo].
Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio;
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
En Mateo 25 Jesús ilustra que el juicio final se basa en el karma de un cristianismo activo (positivo) o inactivo (negativo). Aquí las obras de amor (es decir, la caridad) son la clave para la salvación. El Señor promete a los que le ministren, incluso en la persona de “a uno de estos mis hermanos pequeñitos"[11], que heredarán el reino; mientras que a los que no le ministren por el amor mismo de Cristo en todas las personas, él dice: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno[12] preparado para el diablo y para sus ángeles".[13]
El apóstol Pablo, en sus exhortaciones a los tercos romanos, confirma la enseñanza de Jesús sobre el pago del karma:
[Dios] pagará a cada uno conforme a sus obras. A los que perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, la vida eterna; mas a los que son contenciosos, y no obedecen a la verdad, antes obedecen a la injusticia, enojo e ira. Tribulación y angustia sobre toda persona humana que obra lo malo...; mas gloria y honra y paz a cualquiera que obra el bien... Porque no hay acepción de personas para con Dios.[14]
En su Sermón de la Montaña, Jesús indica la precisión matemática de la ley del karma: "Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido". [15]. De hecho, todo el sermón (Mateo 5–7) se trata de la doctrina de Jesús sobre las recompensas de la conducta justa e injusta. Se trata de su enseñanza sobre las consecuencias de los pensamientos, los sentimientos, las palabras y acciones. Es la lección más grande sobre el karma, ya que la ley de la responsabilidad personal por los actos de cada uno, la encontrarán en cualquier lugar.
Señores del Karma
► Artículo principal: Consejo Kármico
El Consejo Kármico es un grupo de ocho maestros ascendidos que tiene asignada la responsabilidad de administrar justicia a este sistema de mundos, adjudicando el karma, la misericordia y las decisiones para todas las corrientes de vida. Los Señores del Karma son intercesores divinos que prestan servicio bajo los veinticuatro ancianos como mediadores entre el pueblo y su karma.
Los Señores del Karma aplican los ciclos del karma individual, karma grupal, karma nacional y karma mundial, siempre buscando aplicar la Ley de la manera que las personas tengan la mejor oportunidad para progresar espiritualmente.
Karma y astrología
► Artículo principal: Astrología
Apropiadamente entendida, la astrología predice con precisión el retorno del karma. Mediante la astrología es posible trazar el tiempo y la manera en que las personas, instituciones, naciones y planetas reciben su karma y sus iniciaciones. Cada signo del zodiaco y cada planeta es un iniciador y pueden desempeñar el papel de gurú en nuestra vida.
No es nuestra astrología la que nos crea, sino que somos nosotros quienes creamos nuestra astrología. Nuestra astrología al nacer ha codificado dentro de ella la suma del karma que los Señores del Karma han decretado que enfrentaremos en esta vida. Y cuando el karma regresa, somos probados. Cada individuo responderá a su astrología, de ahí su karma, de acuerdo con la psicología de la personalidad desarrollada a través de muchas encarnaciones.
What we think of as “bad” astrology really indicates our own karmic vulnerability. It tells us that we will be vulnerable to a particular transit and the momentums it will deposit on our doorstep on a day and hour that can be foreknown.
Karma as opportunity
When people talk about karma, they often think of the wrath of God, of punishment, of the idea that if they have been bad before they’re going to have to suffer now. This is one more ramification of the teachings of hell-fire and damnation, the concepts that have been propounded by Lucifer to thwart the true Christian doctrine.
Karma is not punishment. Karma returning to us is simply the law of cause and effect—for every wrong that we have done we must anticipate a joyous opportunity in the future to undo that wrong. And we have to seize that opportunity with rejoicing because here is a chance to balance our debts to Life.
Returning karma is the glorious opportunity for us to be free, for us to learn the law of non-attachment, non-possessiveness, and to realize the effects of the causes we have sent out. It is altogether natural and proper that we should be able to be on the receiving end of whatever we’ve sent out. If we have sent out love, we have a right to know what it feels like to receive that love in return, and if we have sown hatred or sadness, that’s going to come back also. And when it comes back we shouldn’t have any sense that this is unjust.
Unfortunately, many see the Law of God as a law of disaffection and disavowal. They envision a God who has no use for us but is simply the Lawgiver who stands ready to strike mankind with a rod of punishment. But God does not deal our karma to us as punishment. Karma is a manifestation of an impersonal law as well as a personal one. The purpose of our bearing our karma is that karma is our teacher. We must learn the lessons of how and why we misused the energy of life.
Until that day comes when we recognize the Law of God as a Law of love, we will probably encounter difficulties. But if we will only hasten that day’s coming into our own life, we will recognize that karma is actually grace and beauty and joy. We should understand, then, that the Law that comes to us is the Law of love. When it becomes chastening, it is the chastening of love. When it becomes the fruit in our life of our own advancement, this is the fruit of that love.
Transmutation of karma
Saint Germain enseña el sendero acelerado de la transmutación del karma con la llama violeta del Espíritu Santo y la trascendencia de las rondas de renacimiento a través del sendero de la cristeidad personal que conduce a la ascensión demostrada por Jesús.
Véase también
Para más información
Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, Lost Teachings of Jesus: Missing Texts • Karma and Reincarnation, pp. 173–77.
Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, Lost Teachings on Your Higher Self, pp. 238–47.
Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, The Path of Self-Transformation.
Notas
Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Saint Germain Sobre Alquimia: Fórmulas para la autotransformation.
Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, The Path of Self-Transformation.
Elizabeth Clare Prophet with Erin L. Prophet, Reincarnation: The Missing Link in Christianity, chapter 4.
Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, The Masters and Their Retreats, s.v. “Karmic Board.”
Mark L. Prophet and Elizabeth Clare Prophet, The Path to Attainment.
Elizabeth Clare Prophet, December 31, 1972; June 29, 1988.
Elizabeth Clare Prophet, “Prophecy for the 1990s III,” Pearls of Wisdom, vol. 33, no. 8, February 25, 1990.
- ↑ Gálatas 6:7.
- ↑ Mahabharata 13.6.6 en Christopher Chapple, Karma y Creatividad (Albany: State University of New York Press, 1986), p. 96.
- ↑ Honoré de Balzac, Seraphita, 3d ed., rev. (Blauvelt, N.Y.: Garber Communications, Freedeeds Library, 1986), p. 159.
- ↑ Kisari Mohan Ganguli, trans., El Mahabharata de Krishna-Dwaipayana Vyasa, 12 vols. (New Delhi: Munshiram Manoharlal, 1970), 9:296.
- ↑ Svetasvatara Upanishad, en Prabhavananda y Manchester, Los Upanishads, pág. 118.
- ↑ Juan Mascaró, trans., El Dhammapada: El sendero de la perfección (New York: Penguin Books, 1973), p. 35.
- ↑ Brahmacharini Usha, comp., Ramakrishna-Vocabulario Vedanta (Hollywood, Calif.: Vedanta Press, 1962), s.v. “karma.”
- ↑ La Enciclopedia de Filosofía y Religión de Oriente (Boston: Shambhala Publications, 1989), s.v. “karma.”
- ↑ Mascaró, El Dhammapada, pág. 67.
- ↑ Gal. 6:5, 7.
- ↑ Mat. 25:40.
- ↑ Véase lago de fuego.
- ↑ Mat. 25:41.
- ↑ Rom. 2:6–11 (Biblia de Jerusalén).
- ↑ Mat. 7:2.