San José
Saint Germain encarnó como San José, el padre de Jesús y esposo de Madre María.
En el Nuevo Testamento
Hay pocas referencias a San José en el Nuevo Testamento. La Biblia remonta su linaje al Rey David; también relata que el ángel del Señor le advirtió a José en un sueño que Herodes planeaba matar a Jesús, éste prestó atención a la advertencia y llevó a su familia a Egipto y regresó después de la muerte de Herodes. Se dice que José era carpintero y se cree que falleció antes de que Jesús comenzara su ministerio público. En la tradición católica, San José es venerado como Patrón de la Iglesia Universal y su fiesta se celebra el 19 de marzo.
Devoción a San José
La mística del siglo XVI Teresa de Ávila era muy devota de San José y lo eligió como patrón de su orden. Ella escribió:
No recuerdo hasta el día de hoy haberle solicitado algo que no haya concedido... Con este glorioso santo tengo la experiencia de que él ayuda en todas nuestras necesidades, y que el Señor quiere que entendamos que así como él estuvo sujeto a San José en la Tierra -pues desde que lleva el título de padre, siendo el tutor del Señor, José podría dar el mandato al Niño-, así en el cielo Dios hace todo lo que le ordenamos.[1]
La Sagrada Familia
En el dictado del 6 de mayo de 1979, el Maestro Ascendido Jesús dijo que San José le enseñó mucho más que el sagrado trabajo de la carpintería:
Él me enseñó el trabajo sagrado de la alquimia del Espíritu Santo, la transformación del agua en vino. Verdaderamente soy el hijo de José, el gran alquimista milagroso de todos los tiempos. Y verdaderamente mis obras muestran su obra y la bendita gracia de mi madre.
Donde la historia no ha conservado el registro, los Maestros Ascendidos de vez en cuando nos dan indicios de la vida de la Sagrada Familia. Una de esas historias fue dictada por Madre María a Mark Prophet en 1968:
Recuerdo una mañana, cuando el amado Jesús era todavía un niño pequeño, que vino a mí con un trozo de madera muy duro que estaba tratando de tallar. Deseaba que yo persuadiera a José para que lo cambiara por una pieza más suave, una que se prestara más fácilmente para moldearla. Lo senté en mi rodilla, y procedí a explicarle que había una cualidad arraigada que de antaño se había colocado dentro de los árboles haciendo que uno poseyera una cualidad más dura y otra una cualidad más suave. Le dije que la madera blanda se estropearía fácilmente y que, si la usara, la pequeña imagen que quería tallar no soportaría los golpes y caídas que más tarde podrían llegar a ella, mientras que una talla hecha de madera dura perduraría más sustancialmente.
También le dije que la madera disfrutaba siendo moldeada por sus manos y que la única diferencia entre tallar la madera blanda y la dura sería la de una mayor paciencia de su parte. Se echó hacia atrás el cabello que le caía sobre los ojos y, con gran y rápida dulzura, plantó un beso en mis dos mejillas. Noté un rastro de una lágrima en un ojo mientras se alejaba corriendo para continuar su trabajo de dar forma a la madera dura.[2]
En otro dictado, Madre María nos dijo que San José "engendró y alimentó al Niño Jesús y, por lo tanto, marcó el ritmo de la era de Piscis". La Santísima Madre dijo:
Que todos ustedes que son del Rayo Masculino en esta vida recuerden su ejemplo en todas sus vidas y sepan que su estatura en Dios puede ser esculpida según este modelo a seguir de alguien que se atrevió a defender a la Mujer, que se atrevió a levantar a ese Hijo varón, y ser el protector, no solo de una familia, sino de toda un área del planeta, hasta que ese uno pudiera cumplir su cristiandad.[3]
El manto de San José
Saint Germain ha dicho:
Sí, YO SOY San José, y camino en el manto completo de mi oficio como protector de María y de toda madre y de cada mujer y de cada niño en la tierra. Y les digo, amados, que yo juego ese papel. Como muchos en la tierra me llaman San José, así respondo a ese nombre.
Sabiendo quién soy, por lo tanto, puedo ser llamado por cualquier nombre, cualquier clave de cualquier nombre de cualquier encarnación pasada. Por lo tanto, los he unido en uno y he decidido que ustedes simplemente me llamen "Santo Hermano", "Saint Germain".[4]
Véase también
Notas
Pearls of Wisdom, 1988, vol. 1, cap. 2.
- ↑ The Collected Works of St. Teresa of Avila vol. 1, The Book of Her Life, Spiritual Testimonies, Soliloquies, trad. Kieran Kavanaugh y Otilio Rodriguez (Washington, D.C.: ICS Publications, 1976), pp. 79-80.
- ↑ Madre María, 3 de marzo de 1968, 1968 PoW, Libro I, p. 37.
- ↑ Madre María, "El peso kármico de un planeta", Perlas de Sabiduría, vol. 31, núm. 27, 15 de junio de 1988.
- ↑ Saint Germain, "¡No he terminado con Piscis!" Pearls of Wisdom, vol. 35, no. 26, 28 de junio de 1992.