Elementales

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Seres de la tierra, el aire, el fuego y el agua; espíritus de la naturaleza que son los siervos de Dios y el hombre en los planos de la Materia para el establecimiento y sostenimiento del plano físico como plataforma para la evolución del alma. A los elementales que sirven al elemento fuego se les llama salamandras; a los que sirven al elemento aire, silfos; a los que sirven al elemento agua, ondinas; a los que sirven al elemento tierra, gnomos.

Orómasis y Diana son los directores del elemento fuego y de todas las salamandras; Neptuno y Luara dirigen a las ondinas y a las aguas poderosas; Aries y Thor supervisan a los elegantes silfos y a los reinos sin rastro del aire; y Virgo y Pelleur son la madre y el padre de la tierra y de los gnomos.

Descriptions of the elementals

A salamander is a being at least nine feet tall that is pulsating flame, and the flame keeps changing—fiery white light and rainbow colors. It’s a being in the shape of a man that is all flame, continually moving, with two very pure-seeing, fiery eyes.

Virgo and Pelleur describe the gnomes:

The beings you call gnomes, whose image has been dwarfed in the story of Snow White and the Seven Dwarfs and other fairy tales, actually range in size from three-inch-high elves playing in the grasses, to the three-foot dwarfs, all the way to the hierarchies of the mountains who attend the Great Hall of the Mountain King and Queen glimpsed by Grieg and portrayed in his musical tribute to the special gnomes of Norway and the Norsemen.

There are giants in the elemental kingdom of the earth. These are powerful beings who wield the fire of atom and molecule and hold the balance for the continents through cataclysm, flood, and fire. This evolution was created by Elohim to sustain the platform for the great experiment in free will ordained by God unto his children whom he sent forth into the planetary systems to be fruitful in the Christ consciousness and to multiply the manifestation of God in their offspring and in the works of their hands.[1]

La labor de los elementales

Kuthumi, quien tenía una gran comunión con la vida elemental en su encarnación como San Francisco, en las "Lecciones de la clase de la corona" habla de la labor de los elementales:

La vida de Dios está presente en los reinos mineral, vegetal y animal y en todo el mundo invisible de los espíritus de la Naturaleza, un reino que abunda en "vida elemental", charlas felices de elfos, y hadas, gnomos trabajando (¡aunque no siempre silbando!), silfos ordenando nubes y dando volteretas en los vientos, ondinas chapoteando en las olas y salamandras danzando en los ardientes anillos de los rayos del arco iris.

Gnomos

Soportan un peso tan grande del karma de la humanidad que los gnomos mismos imitan las maneras del hombre, volviéndose malhumorados y gruñones, hasta que aparece una dulce instructora (como la bendita Madre disfrazada de Blanca Nieves) para guiarlos suavemente hacia arriba por la escalera de la evolución terrenal bajo sus jerarcas, Virgo y Pelleur, los seres magistrales que sostienen el equilibrio de fuerzas en la Tierra. Los gnomos sirven en el plano físico detrás del velo (espectro) de la vista ordinaria. Aquí se les conoce como elementales de la tierra. Algunas veces los avistáis con el rabillo del ojo, ¡y luego os parece que los habéis imaginado!

Silfos

Los silfos sirven en el reino de los cielos y en la purificación del aire y de los sistemas de presión. Esto es observable en los cambios alquímicos del clima y los ciclos de la fotosíntesis y las precipitaciones. Estos elementales son criaturas magistrales que expanden y contraen su 'cuerpo' aéreo desde niveles microscópicos, siempre guardando la llama para el reino de la mente, el plano mental que corresponde al elemento aire, uno de los cuatro elementos señalados por los antiguos alquimistas. Por eso, los silfos son conocidos como los elementales del aire. Obedecen las órdenes de sus jerarcas, Aries y Thor.

La configuración del cuerpo de la Tierra y la química de la tierra, reducida a cuatro diferentes etapas o características de la sustancia (fuego, aire, agua y tierra) por la hermandad mística de los antiguos científicos cuya búsqueda del control de las fuerzas naturales incluía la meta ilusoria de transformar los metales básicos en oro por la transmutación, de hecho no estaba tan lejos de la verdad superior.

Los cuatro cuerpos inferiores del hombre se relacionan con los llamados cuatro planos de la Materia a los que sirven fuerzas cósmicas que se canalizan a través de los seres menos evolucionados de la Naturaleza. De hecho tal vez os interese saber que los elementales fueron también creados por los Elohim para servir a los hijos e hijas de Dios cuando ellos también logran maestría en las ciencias de la Tierra y toman el dominio del espacio (tanto interno como externo) y del tiempo. Cuando el hombre trata de conquistar su mundo en el mar de las aguas y en el mar de la luz, en las vibraciones de los reinos subatómico y supersónico por la vía de probar paso a paso su control divino del universo en todos los aspectos de los cuatro reinos, está cooperando sin saberlo en su conciencia externa con los elementales que han mantenido el control de las cosas por millones de años.

Salamandras

Las ardientes salamandras guardan los secretos del elemento fuego que corresponde al cuerpo etérico. En qué punto precisamente el fuego físico, evasivo y de lo más difícil de controlar, se convierte en el fuego sagrado es un misterio que enseña el Espíritu Santo, que se observa en el sagrado corazón de los santos, que rozan levemente los científicos nucleares, pero retenido firmemente en la mano por los elementales del fuego.

En obediente y amoroso servicio a sus jerarcas, Orómasis y Diana, su dominio se extiende desde el núcleo de cada átomo y célula de la Vida hasta el corazón de la Tierra. Son instructores compasivos y brillantes, preparados para enseñar a los hombres modos prácticos de hacer uso de la energía universal, desde el corazón del electrón hasta el corazón del sol.

Ondinas

Los elementales del agua representados en las evasivas pero encantadoras ninfas marinas, han inspirado muchas fábulas de romances entre los humanos y las evoluciones elementales. 'Cruzar' del reino elemental al reino humano es un fenómeno conocido. Es una puerta que se ha abierto y ha sido cerrada de nuevo para permitir, en ciertos casos aislados, a un elemental particularmente precioso en virtud y realización avanzar en la escala de evolución a través de la familia de la humanidad, para finalmente adquirir la chispa divina.

Con mayor frecuencia los elementales cruzan hacia el reino animal, acelerando su evolución al servir al hombre a través de las especies sumamente inteligentes, como los elefantes, las ballenas, los delfines, e incluso los perros y caballos especialmente amorosos y sensibles.

La memoria de tales sucesos entre el género humano se remonta a la bruma de Lemuria y la Atlántida y hoy la conservan, como leyenda o cuento de hadas, mitos o ficciones, aquellos cuya vida sería demasiado trastocada para ajustarse al paso de estos recuerdos o a la autoestima personal si tomaran en serio este 'subnivel' de una onda de vida, percibido en niveles subconscientes pero negado por todas partes excepto en la representación de un sueño de una noche de verano.

No obstante, el trabajo serio de las ondinas continúa mientras los océanos y los ríos, los lagos, los arroyos y los riachuelos y las gotas de lluvia, tomen todos parte en la formación y re-formación del cuerpo de nuestro planeta y del hombre, dependientes totalmente de los elementales.

Las ondinas, que también ríen y juegan en las olas y en las cascadas, siguen amorosamente el ejemplo de sus jerarcas. Neptuno es el rey de las profundidades y su consorte, Luara, es la madre de las mareas, gobernando los ciclos de fertilidad y al elemento agua conforme éste afecta el cuerpo emocional (conocido como el cuerpo del agua, de los sentimientos o de los deseos) y los intercambios de alegría, dolor, culpabilidad, ira y amor de la humanidad a través del plano astral, influyendo poderosamente en el inconsciente colectivo de la raza.

La conciencia de los elementales

Hay una gran diferencia entre la conciencia de los reinos mineral, vegetal, animal y humano, servidos por los cuatro cuerpos tipos de elementales. Tal como el cuerpo del hombre no es consciente de sí mismo durante el sueño, así el reino mineral no posee auto-conciencia pero manifiesta una característica específica de 'densidad mineral' que la vida elemental ha infundido a la sustancia de la materia.

Por ejemplo, los gnomos, aun cuando difícilmente son reconocidos por el occidental ordinario (pero que son conocidos por los irlandeses como las "personitas" o como las traviesas hadas llamadas remendonas) si existen e imparten al reino mineral una maravillosa calidad de radiación espiritual que pasa a través de la conciencia del propio ser del elemental, directamente desde los padres solares de este sistema, Helios y Vesta. A los gnomos se les ha encargado la responsabilidad de administrar el patrón divino de cada roca, piedra preciosa y elemento de la vida mineral. De manera similar, hay también muchos seres angelicales etéreos (de la evolución devica) responsables de dar vida al diseño divino en el orden natural.

Los árboles y las plantas no poseen, por supuesto, ni la conciencia del humano ni la conciencia del elemental, pero los avanzados Devas que cuidan de ellos les han impartido un grado mayor de conciencia de la Vida que el que tiene el reino elemental.

La infusión de vida a los árboles y las plantas por los devas, que dirigen a los elementales específicos de las plantas asignados a ciertas categorías de la flora, y que existen en cantidades tan grandes como para cuidar, literalmente, a cada cosa que crece, explica el hecho innegable de que las personas que sintonizan sus centros espirituales con el reino de la naturaleza son capaces de hablar con los árboles y las plantas y de recibir una respuesta físicamente perceptible a la chispa de conciencia comunicada a la planta por medio de su "sistema nervioso". La fuerza vital que hay en las plantas y animales ha sido aislada por la fotografía Kirlian, que ha revelado un aura de energía universal, un campo electromagnético, también común al hombre.

Ascendiendo en la escala de expresiones de Vida de la flora a la fauna, descubrimos, por una sintonización similar, el alma grupal de las especies animales que manifiestan cualidades de inteligencia superior. Muchos animales poseen características casi humanas y una percepción misteriosa, casi física en su manifestación. Esto es especialmente cierto en ciertas razas de perros y caballos y es notorio en el elefante y en los primates inferiores.

Los mamíferos del mar, peces, focas y pingüinos no están excluidos de una inteligencia muy admirable, estudio futuros de científicos inteligentes revelarán una maravillosa armonización, a través del corazón de toda la Vida, por todas partes en el reino de la Naturaleza. Los entomólogos nunca cesan de asombrarse ante las maravillas de la hormiga; y la pulla del hombre sabio: "Asómate a la hormiga, perezoso..."[2] indica que el hombre tiene mucho que aprender de los verdaderos misterios de la Naturaleza.[3]

La influencia del hombre en los elementales

La humanidad tiene una influencia enorme en la vida elemental, para bien o para mal. Los elementales son fácilmente influenciables; lo son más que un niño. Por ejemplo: los pensamientos y sentimientos erróneos esparcidos en un pequeño pueblo día tras días por esposos y esposas al discutir podría provocar que un tornado sacudiera ese pueblo. ¡Así es! Los pensamientos y sentimientos de la gente de ese pueblo pueden generar un tornado si los elementales lo captan. Pero los silfos se pueden controlar, y ellos trabajan para los hijos de Dios.

Mark Prophet cuenta una de sus experiencias al trabajar con los elementales:

Recuerdo ir conduciendo un automóvil cerca de la ciudad de Chicago, en el estado de Illinois. Y cuando nos encontrábamos en las cercanías de Chicago, toda la zona estaba oscura, cubierta con nubes de tormenta. Era una escena absolutamente horrorosa, porque en esas nubes tormentosas había ciclones y tornados. Así que cuando percibimos el peligro inquietante y amenazador para la ciudad, todo nuestro grupo en el automóvil se puso en acción inmediatamente para contactar a los silfos del aire.

Antes de comenzar, las tormentas y los vientos empezaron a aullar. Su aullido sonaba a algo terrible, y sollozaban como lo haría un niño, se podía oír en el viento. Hicimos los decretos, cantamos a los elementales y pedimos que se disolviera la tormenta, y todo se llevó a cabo tal y como nosotros los invocamos. Las nubes tormentosas desaparecieron y la ciudad se salvó de una terrible destrucción gracias a los llamados a los elementales[4].

Cuando nuestro corazón está grabado en el de Dios, nada es imposible.

Kuthumi habló sobre la influencia del hombre sobre los elementales:

A toda esta amorosa creación, imbuida de una porción de la Inteligencia Divina, se le considera el "estrado para reposar los pies en el reino" de Dios, y originalmente fue puesta bajo el dominio del hombre como manifestación de Dios. A través de contaminantes vibraciones de crueldad, la Naturaleza ha absorbido la imperfección humana. Las salvajes cualidades de las bestias de la jungla se consideran animales, cuando en realidad, cuando la verdad de la vida sea conocida y el registro de akasha y el aura del planeta se lean con exactitud, se sabrá que la vida animal así como la vida elemental absorbieron originalmente de la humanidad sus ásperas y a veces grotescas manifestaciones.

El salvajismo, el canibalismo, la violencia, la revancha y el asesinato se originaron en el más bajo descenso evolucionario de la humanidad y fueron transmitidos directamente por vibración (demostrando aquí que el poder del ejemplo puede ser también el peor instructor) a las subespecies. Por consiguiente, el magnetismo animal en los humanos, a veces subanimal, infligiendo una ira diabólica, debe ser redimido (esto es transmutado por la llama violeta) en el proceso de liberar al planeta.

Podéis comenzar a realizar esto precisamente ahora por medio de llamados fervorosos pidiendo la acción del círculo y la espada de llama azul de Astrea, la figura universal de la Madre que funge en el nivel de los Elohim (personificada en el Oriente como Kali), que libera a sus niños que evolucionan en todos los reinos de la matriz maligna de los vengativos ángeles caídos que les ha sido impuesta. El fuego violeta que fluye por vuestros decretos sinceros y decididos literalmente levanta de toda la vida elemental el paño oscuro de la conciencia humana. Esto es esencial para la restauración de la belleza de la Naturaleza.

El amado Saint Germain y otros maestros ascendidos en varias asociaciones en sus encarnaciones han hecho contacto con la vida elemental que evoluciona a través del reino animal. En algunos casos esto obligó a su posterior intercesión en favor de ciertos elementales encarnados en la forma animal. La liberación de estos benditos elementales "aprisionados" en cuerpos densos ha sido en más de una ocasión el regalo de amor y de llama violeta del ascendido para esa parte elemental de la Vida con quien tuvieron contacto previamente.

Por medio de la radiación de la bondad, la felicidad y la gratitud, toda la Naturaleza logrará finalmente un estado prístino de perfección edénica donde "morará el lobo con el cordero, el leopardo con el cabrito, el becerro y el cachorro de león juntos..."[5] La ley de la selva será abolida por el poder crístico; y aquellos hombres afortunados que permanecerán en este planeta serán Cristos vivos. A través de su intercesión todos los elementales serán liberados de su confinamiento en cuerpos animales temporales. La radiación del Anor divino elevándose a una pulsación de gran poder instantáneamente separará a los elementales evolucionados y disolverá su conexión con la matriz y la conciencia animales autolimitantes.

Algunos de vosotros recordaréis haber leído sobre mi amor a los pájaros y las criaturas, y que se acercaban a mí sin miedo. Amados corazones, en la mayoría de los animales el temor es el resultado de los propios sentimientos humanos que son, o han sido, proyectados a los animales a través de la mente de las masas. Los instintos de conservación del hombre, que vienen desde tiempos prehistóricos sostienen un feroz deseo de autoprotección. Los recuerdos de la raza de pasados encuentros con las bestias salvajes conservan vivo un registro y un reflejo automático que hacen regresar al hombre a una actitud defensiva cuando siente la presencia de cientos de animales salvajes.

A través del poder crístico los hombres pueden hacer una súplica a la gran ley de la Vida para que los libere de este temor latente que origina su alejamiento de la vida elemental. No recomendamos la temeridad al acercarse a los animales salvajes, porque mientras la acción interna de transmutar todo temor y toda duda en amor no sea completa es mejor que las personas no se expongan indebidamente a los peligros de la vida animal, que sigue respondiendo al hombre desde los niveles más bajos de la conciencia mundana, porque la llama de la resurrección está todavía por serles transferida por hijos e hijas que hayan recobrado la maestría divina.

Recordad, amados corazones, sólo cuando todo temor sea removido del interior de vosotros mismos, especialmente del subconsciente, por la Gran Presencia Divina de la Vida, serán sometidas las energías de más baja vibración de la cobra, del león y todas las bestias destructivas, al gran poder de vuestra verdadera realización en el Cristo. Así pues, recordamos a aquellos que están empezando a comprender que su propia automaestría es la llave para la victoria de todas las evoluciones de la tierra: aquel que se guarda a sí mismo (sus cuatro cuerpos inferiores) y la puerta de entrada a su propia casa (su conciencia, su templo corporal y sus chakras) es más grande que el gobernante de una ciudad.[6]

Las cargas kármicas sobre la vida elemental

La Tierra podría ser muy diferente si los elementales no estuvieran abrumados con la polución y el peso del karma de la humanidad. En Génesis, Dios dice a Adán: «Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida»[7]. «La tierra» simboliza la vida elemental. Es decir, debido a la caída de la gracia de la humanidad (representada en las figuras de Adán y Eva), los elementales fueron «maldecidos» (lo cual quiere decir que el karma negativo de la humanidad fue introducido en su mundo) y los elementales recibieron la tarea de mantener el equilibrio donde el desequilibrio kármico había aparecido.

El peso del karma se ha ido acumulando a lo largo de los siglos y los milenios. Sin embargo, los elementales continúan trabajando heroicamente para limpiar la tierra, el aire y el agua de nuestro planeta. Día tras día ellos trabajan para mantener la Tierra estable. Sin el incansable trabajo de los elementales, no tendríamos una plataforma física en la que vivir. No tendríamos un lugar en el que resolver nuestro karma o crecer espiritualmente.

En 1990 el amado Orómasis dijo que los elementales llevan una gran carga de opresión y depresión, desesperación y desánimo. Como los hombres, los elementales «se vuelven lánguidos. Se cansan. Se abruman. Tienen los síntomas de haber trabajado demasiado… Pero, amados», nos dijo, «vosotros los podéis purificar de eso».

Los elementales no poseen llama trina y Orómasis dijo que hasta que se ganan esa llama trina, «se ven obligados a depender de vuestra llama del corazón. Sí, ellos decretan con vosotros, pero han de teneros para decretar. Porque dependen del altar de vuestro corazón del mismo modo en que vosotros dependéis del altar del corazón de Dios y de la llama no alimentada… No sólo dependen de vosotros vuestra familia y vuestros hijos, sino que todos y cada uno de vosotros podría tener millones de elementales dependiendo de vuestra llama del corazón»[8].

En 1996 Lanello nos dijo que los elementales seguían trabajando duro bajo una carga muy pesada.

Los elementales y sus jerarcas han llegado a su límite. No pueden y no quieren llevar sobre sí los pecados del mundo por más tiempo. Acudimos a vosotros para que recéis por ellos, porque cuando ya no puedan realizar sus trabajos, podréis contar con que habrá cataclismos planetarios. Os interesa, por tanto, acordaros de los elementales, caminar y hablar con ellos, llamar a sus cuatro jerarcas y darles ánimo, darles esperanza y apoyarlos. De otro modo, veréis cómo se rinden uno a uno…

¿Qué sucedería si toda la Tierra se convirtiera en un lugar donde los seres de los elementos hacen huelga, diciendo: «¡Ya no podemos lidiar con las montañas de karma y sustancias contaminadas que la humanidad tira al agua, en la tierra, al aire!»?[9].

Los elementales nos han ayudado durante muchísimo tiempo. Ahora nos toca a nosotros ayudarles a ellos. Poseemos las herramientas espirituales, la llama violeta y el poder del Espíritu Santo, para hacerlo.

Trabajar con los elementales

El 8 de julio de 1990, la llama gemela de Orómasis, Diana, anunció una dispensación que iniciaba una nueva ola de cooperación entre los hijos e hijas de Dios y la vida elemental. Diana dijo lo siguiente:

He traído hoy conmigo a unos representantes de los cuatro reinos. A cada uno de vosotros se os da una tropa de elementales, de cada uno de los reinos para algunos. Podéis verlo como si hoy adoptarais a una pequeña tribu de doce miembros. Se quedarán con vosotros y obedecerán vuestras órdenes si estas están centradas en el corazón diamantino de María y El Morya. Y se quedarán siempre y cuando os preocupéis y cuidéis de ellos.

Incluidlos en vuestros llamados y dadles tareas, pero sólo de acuerdo con la voluntad de Dios. Invocadlos para muchos, muchos propósitos en vuestra vida, sin excluir la curación de los cuatro cuerpos inferiores o el cuidado de asuntos prácticos. Y a medida que veáis los resultados de vuestras interacciones con ellos y los llevéis con vosotros a vuestras caminatas, llegaréis a comprender qué es ese segmento del ejército del Señor.

Así, cuando los que se encuentran en puestos más altos de la escala de la jerarquía perciban vuestra amabilidad así como vuestra firmeza y vuestra capacidad de dirigir a las fuerzas del reino elemental para realizar buenas obras, empezarán a considerar convertirse también en obedientes siervos vuestros… Guardianes de la llama, caminad con Dios; y a medida que lo hacéis, sabed que Dios en la vida elemental camina con vosotros[10].

Dé tareas a su tropa de doce elementales todos los días. Pueden consistir en cualquier empeño constructivo que sea útil, no sólo para una, dos o diez personas, sino para decenas de miles de millones de personas. Pídales que se ocupen de asuntos prácticos, como la curación suya o la de otras personas. Toda la vida elemental sabe curar. Asegúrese de que sus peticiones están de acuerdo con la voluntad de Dios. A medida que sea diligente en dirigir a las fuerzas de los elementales para el bien, otros seres que son mucho más poderosos que los elementales también se convertirán en sus siervos. ¡Piense en lo que puede lograr con más y más asistentes a su disposición!

En 1993 Orómasis y Diana volvieron con una súplica y una oración para los elementales. Describieron otros planetas que hoy son áridos porque los elementales no tenían patrocinio: ningún hijo y ninguna hija de Dios que guardara la llama por ellos.

Los elementales en una era dorada

La Tierra podría ser muy diferente si los elementales no estuvieran abrumados con la polución y el peso del karma de la humanidad. Mark Prophet una vez nos describió la escena:

Si hubiéramos seguido el plan divino, habríamos podido ver a los espíritus de la naturaleza y ser sus amigos. No tendríamos que lidiar con tormentas mayores o menores. No caería la lluvia, sino que aparecería el rocío del aire para regar nuestros campos. El aire estaría saturado de humedad en las cantidades justas en todas partes en la Tierra. Los desiertos florecerían como la rosa y no habría exceso de humedad ni falta de ella. Habría justo la adecuada para cada clima.

Habría el clima más hermoso y tendríamos las flores más bellas por todo el mundo. Tendríamos gran cantidad de alimentos y la gente no mataría a los animales para vivir. Habría fruta en abundancia. Muchas de las frutas que se manifestarían ni siquiera están en el planeta ahora… Comulgaríamos con los elementales, enseñándoles cómo avanzar hacia una manifestación más elevada. Y recibiríamos nuestra enseñanza de los ángeles[11].

Véase también

Aries y Thor

Neptuno y Luara

Virgo y Pelleur

Orómasis y Diana

Elemental del cuerpo

Para más información

Elizabeth Clare Prophet, Espíritus de la naturaleza.

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, El sendero del Yo Superior, capítulo 7.

Jesús y Kuthumi, Corona Class Lessons: For Those Who Would Teach Men the Way, págs. 371–76.

“Cooperación cósmica entre los niños del Sol y la vida elemental", una serie de cuatro partes dictada por los Jerarcas de los Elementos, 1980 Perlas de Sabiduría, vol. 23, núm. 14-17.

"Llama violeta para la vida elemental: fuego, aire, agua y tierra 1 y 2, grabaciones de decretos y canciones de llama violeta en audio para ayudar a liberar a la vida elemental de la carga que pesa sobre ellos.

Elizabeth Clare Prophet, December 30, 1973 (description of a salamander).

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Saint Germain Sobre Alquimia: Fórmulas para la autotransformation.

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 2.

  1. Virgo and Pelleur, “The Servants of God and Man in the Earth Element,” Pearls of Wisdom, vol. 23, no. 14, April 6, 1980.
  2. Prov. 6:6.
  3. Jesús y Kuthumi, Corona Class Lessons: For Those Who Would Teach Men the Way, capítulo 44.
  4. Mark Prophet, “The Kingdom of the Elements: Fire, Air, Water, Earth (El reino de los elementos: fuego, aire, agua, tierra)”, 2 de julio de 1972.
  5. Isa. 11:6.
  6. Jesús y Kuthumi, Corona Class Lessons: For Those Who Would Teach Men the Way, capítulo 44.
  7. Génesis 3:17.
  8. Orómasis y Diana, “Call for the Rainbow Fire! (¡Invocad el fuego arco iris!)”, Perlas de Sabiduría, vol. 33, núm. 32, 19 de agosto de 1990.
  9. Lanello, “In the Sanctuary of the Soul (En el santuario del alma)”, Perlas de Sabiduría, vol. 40, núm. 52, 28 de diciembre de 1997.
  10. Orómasis y Diana, “Call for the Rainbow Fire! (¡Invocad el fuego arco iris!)”, 8 de julio de 1990, citado por Elizabeth Clare Prophet, 9 de octubre de 1998.
  11. Mark L. Prophet, citado por Elizabeth Clare Prophet, “Renewal for Elemental Life (Renovación para la vida elemental)”, 9 de octubre de 1998.