Fortuna

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Fortuna, Diosa de la Provisión, precipita su impulso acumulado de la abundancia de la provisión, el poderoso resplandor verde y dorado, a los que la llaman e invocan su llama. Cuando estuvo encarnada, deseó toda su vida ver a la humanidad con la gloria de las eras de oro, el verdadero oro espiritual que produciría el flujo del oro material y todo el éxito.

El impostor de la falsa jerarquía de Fortuna es la «Suerte», que también es conocida por los maestros en su forma masculina como Sino o Hado. La diosa falsa es voluble y reluce como el oro falso. Frecuenta los casinos de los juegos de azar y estuvo muy activa durante la quiebra de la bolsa de 1929. Trabaja con la entidad del suicidio para intentar llevar a la gente a la desesperación cuando pierde todo lo que ha ganado por el poder de la Suerte.

La verdadera Fortuna, la Diosa de la Buena Fortuna, es radiante como el sol. Este ser cósmico enseña que la abundancia nunca es cuestión de casualidad, sino una manifestación de la infalible ley de la armonía. La precipitación es una ciencia basada en la inmutable ley de «como sembrares, así cosecharás»: al sembrar armonía, cosechas provisión. Ella enseña la sabiduría del Cristo, que dijo: «YO SOY quien ha venido para que tengáis vida, y para que la tengáis en abundancia»[1].

Las legiones de ángeles a su mando prestan servicio en el quinto rayo. Sus auras son de un verde brillante. Fortuna viste túnicas doradas y lleva un cetro de oro con una gran esmeralda verde. Tiene el cabello de un dorado impresionante, con una masa de bucles, y sus ojos son de un azul brillante. Su aura es esférica, siendo el centro dorado y la periferia de una radiación esmeralda.

Fortuna nos ha dicho:

Queridos, la provisión llega a los que tienen el corazón de oro. Y el corazón de oro es el corazón de amor por la vida entera. Cuando la humanidad ama la vida, la fuente de la provisión mana en su interior como el manantial de la vida, la vida eterna, el tono verde esmeralda, que baña la Tierra en belleza, en vida y luz y amor…

El foco de la provisión es científico, queridos, científico como lo es todo el universo. Si, por tanto, queréis tener provisión, decidid primero a qué meta o propósito dedicaréis tal provisión en vuestra vida. ¿Qué lograría para la gloria de Dios? ¿A qué fin prometéis dedicar las ofrendas que las huestes angélicas os traen? ¿Habéis dado vuestra vida al Cristo, a la curación de toda la humanidad, a la elevación de los elementales? Si no lo habéis hecho, entonces no os sorprendáis de que el flujo de la provisión no esté a vuestra entera disposición. Porque la vida entera responderá a la llamada del Hijo de Dios que se ha levantado y ha dicho: «Decidiré firmemente hacer la voluntad de Dios y, con amor, cumplir los fíats de la creación por mi prójimo»[2].

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “Fortuna, Diosa de la Provisión”.

  1. Juan 10:10.
  2. Fortuna, 16 de octubre de 1966.