Ígor

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Ígor estuvo encarnado en Rusia en la época de la revolución y guardó la llama por sus compatriotas en aquel período de afanes. Ígor era discípulo de la Virgen María y el Arcángel Gabriel.

Al principio de la vida de Ígor, Gabriel le visitó y le dijo: «Salve, Ígor. Dios ha escuchado tu oración y me ha enviado. Sabe, pues, que te guiaré en tu vida y seré para ti un amigo»[1]. A través de este devoto hijo de Dios, María afianzó una luz que evitó que la destrucción y la pérdida de vida durante la revolución rusa fueran mucho mayores.

La vida de Igor

La Virgen María habla de Ígor como su «Hijo desconocido» y describe su vida de dedicación a Dios:

Así, deseo hablaros de Ígor, el pequeño muchacho ruso, el niño campesino del que me encargué en el siglo XIX. Y sostuve por él el mismo concepto inmaculado que sostuve por mi Hijo, Jesús.

Ígor vivía cerca del monte Ararat[2] en una cabaña muy humilde, y desde niño rezaba a Dios. Porque era un niño distinto a esos rudos muchachos campesinos como sus vecinos, y a una edad muy temprana se dedicó a la contemplación interior.

Recuerdo bien cuando su mente sin formar no podía crear aún ni siquiera las matrices cognitivas de lo que sentía en su alma. Pero yo trabajé con uno de los grandes ángeles del habla que en los tiempos de la Torre de Babel fue utilizado para confundir a la gente. Y le insté a que ayudara a Ígor para que, mediante el poder del ángel, entendiera el significado del habla para que incluso sus sentimientos se pudieran traducir a la comprensión divina.

Este niño rezaba, y no rezaba sólo con sentimiento sino que lo hacía con entendimiento. Y sucedió que durante los días de la revolución rusa la labor de Ígor fue de lo más importante para detener el horroroso coste que, de otra forma, habría sido el triple de lo que fue. Y mientras los horrendos poderes de la oscuridad se concentraban en Rasputín, Ígor estaba continuamente en oración por los grandes pueblos de Rusia y por Madre Rusia.

Os cuento esto porque él no dejó nada escrito excepto en las páginas de akasha. Pero quiero que sepáis que este bendito que tenía ese nombre, que la gente del mundo bien podría confundir como sinónimo de «ignorante», no era ignorante. Estaba enseñado por Dios, y yo patrociné su alma en los niveles internos.

Por su pasión habría sido patriarca de su pueblo, pero no le conocieron. Su nombre nunca quedó registrado, sus propios padres no reconocieron su desarrollo interior (le creyeron un niño extraño y raro, el niño de la soledad) y sus profesores le golpeaban en las orejas y lo mandaban al rincón porque ellos también pensaban que era ignorante y sin conocimiento.

No quiso nada para sí. Pero cuando el pleno conocimiento de la maestría espiritual se le concedió y alcanzó una sabiduría compatible con mi Hijo Jesús, no hizo como Jesús –ir a reunir almas hablando a las masas en las colinas– sino que luchó con las almas de los hombres en los niveles internos.

Y cuando se tumbaba en su camastro de paja y contemplaba las estrellas de la noche, su conciencia vagaba lejos, por el mundo. Y viajaba a Francia, a América y a muchas tierras, viendo claramente y con una visión mayor que lo que vuestras pantallas de televisión pueden transmitir, la belleza del alma de los hombres y sus peligros. Cuando veía peligro, rezaba, y su oración llenaba el mismísimo aire. Sus oraciones recibían respuesta de los ángeles del grupo de Rafael, y debido a su amor con frecuencia se efectuaba la curación.

Quisiera deciros hoy que él es el Hijo de Dios desconocido. Quisiera deciros hoy que si Estados Unidos y Rusia fueran capaces alguna vez de arreglar sus diferencias y unificarse, sería en parte, en gran parte, debido a la labor de Ígor.

Ahora tiene un nuevo nombre, y es tan hermoso que quisiera que me fuera permitido decíroslo. Pero los Señores del Karma han pedido que permanezca siendo «el Hijo desconocido»[3].

Su ascensión

De su ascensión al final de aquella encarnación, Ígor ha dicho:

Acepté el amor de María y su sabiduría, y mi corazón se consoló, pero el terror siguió ardiendo. A lo largo de mi vida quise ser un peregrino en un país extraño, aspiré a lograr algo más grande para poder liberar a los hombres. Poco a poco, a través del ritual solemne del sagrado mantra de mi devoción hacia Dios y gracias a mi absoluta determinación, llegó a suceder que finalmente me prepararon para el momento de ascender. Y cuando se me concedió, no fue con testigos mortales. Subí solo, pero enseguida me di cuenta de que no estaba solo, pues a mi alrededor había muchos seres resplandecientes; y supe que, al fin, había llegado a mi Hogar[4].

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “Ígor”.

  1. Ígor, “The Drama of One Life Touched by God (El drama de una vida tocada por Dios)”, The Radiant Word (La Palabra radiante), Perlas de Sabiduría, vol. 15, núm. 53, 31 de diciembre de 1972.
  2. Las fronteras internacionales han cambiado desde la época de Ígor. El monte Ararat, ahora en Turquía, se encontraba entonces en la frontera entre Turquía y Armenia, que a finales del siglo XIX formaba parte del imperio ruso.
  3. Virgen María, 3 de julio de 1966.
  4. Ígor, “The Drama of One Life Touched by God (El drama de una vida tocada por Dios)”.