Señor Ling

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"Moisés con los Diez Mandamientos", Philippe de Champaigne (1648)

El Señor Ling estuvo encarnado como Moisés desde mediados del siglo XIV hasta mediados del siglo XIII a.C. Durante esa vida como profeta, estadista y legislador hebreo, el Dios Ling fue inspirado por su gurú, un ser cósmico que patrocinó al pueblo hebreo, y por Micah, el Ángel de la Unidad.

Encarnaciones

Moisés

Moisés nació unos trescientos años después de la muerte de José, hijo de Jacob. En aquella época los israelitas se habían multiplicado en Egipto hasta llegar a ser una gran población. Según el libro de Éxodo, que cuenta la historia de Moisés, llegó al trono un faraón que no conocía a José. Este faraón esclavizó a los israelitas, pero su gran población y fortaleza seguía incomodando al faraón, quien ordenó a todos los hebreos que se arrojaran al río a todos los varones que les nacieran.

"El hallazgo de Moisés", Lawrence Alma-Tadema (1904)

Cuando Moisés nació, su madre lo escondió hasta que llegó a los tres meses de edad. Entonces hizo un arca de juncos donde puso al niño. Luego puso el arca en el río. La hija del faraón encontró a Moisés y se apiadó de él. La hermana de Moisés lo observó al encontrarse cerca y le dijo a la hija del faraón que podía encontrar a una hebrea que lo amamantara. Luego fue por la madre de Moisés. La hija del faraón adoptó al niño y pagó a su madre para que lo amamantara.

La Biblia nos dice que Moisés «fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras»[1]. De hecho, había llevado a cabo grandes actos meritorios y había pasado muchas pruebas en vidas anteriores. Su alma fue elegida para la misión porque había demostrado valer para ella.

Moisés vivió como un egipcio de rango principesco hasta la edad de aproximadamente cuarenta años, cuando Éxodo cuenta que «salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio, y lo escondió en la arena»[2].

Aquí, el primer acto de Moisés que consta públicamente, tomó la justicia en sus propias manos y por primera vez enseñó la lástima que sentía por los hebreos. Aunque Dios determinó de antemano que Moisés liberara al pueblo hebreo diciendo «deja ir a mi pueblo», este era un hombre como los demás, y Dios no le eximió de la ley del karma. Por este y otros motivos Moisés no logró la unión con Dios al final de su misión con los israelitas. Dios le exigió que reencarnara para saldar su karma.

Moisés y la zarza ardiente, Domenico Fetti (c. 1616)

Moisés huyó de Egipto hacia la tierra de Madián, donde vivió durante cuarenta años. La Biblia nos dice que allí fue donde «se le apareció el ángel del SEÑOR en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía». El SEÑOR dijo: «Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias». Entonces ordenó a Moisés: «Ven por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto». Moisés dijo: «Si ellos me preguntaren: ¿cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?». Dios dijo: «YO SOY EL QUE SOY. Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros»[3].

Una vez que el país fue azotado por diez plagas, el faraón egipcio finalmente asintió a dejar marchar a los israelitas, y Moisés los encabezó en su viaje por el desierto hacia la Tierra Prometida.

En un punto del viaje, Dios llamó a Moisés al monte Sinaí durante cuarenta días y cuarenta noches para que recibiera el primer grupo de tablas de la Ley. Pero mientras él hacía eso, los hijos de Israel se rebelaron contra Dios y el gurú. Estas tablas tenían inscritas las alianzas que Dios deseaba hacer con un pueblo santo. Contenían largas y detalladas afirmaciones delineando la manera en la que un pueblo patrocinado por Sanat Kumara debía recorrer el sendero de discipulado bajo la Ley y bajo el gurú.

Los hijos de Israel estaban llamados a ser un pueblo santo, pero en aquel momento no encarnaban la santidad de Dios. Durante la ausencia de Moisés, adoraron el becerro de oro. Cuando Moisés descendió de la montaña y vio la testarudez de la gente y su aceptación del materialismo, rompió las tablas. Las alianzas detalladas se perdieron así, y serían remplazadas más tarde por diez simples mandamientos que Dios inscribió en un segundo grupo de tablas. La prueba del pueblo sería «la prueba del diez», que es la prueba del chakra plexo solar.[4]

Después de llevar a los hijos de Israel durante cuarenta años por el desierto, Moisés no tuvo permiso para entrar en la Tierra Prometida y sólo la pudo ver desde el monte Nebo, justo antes de fallecer, porque enfurecido golpeó la roca para recibir las aguas en vez de invocarlas y recibirlas amorosamente.[5] Y aunque liberó al pueblo hebreo de la esclavitud egipcia, Moisés no equilibró su llama trina, puesto que su servicio estaba falto de la cualidad de la alegría. Su penacho rosa del amor divino no estaba a la altura de la intensidad de fuego que tenía su devoción hacia la voluntad de Dios.

Ananda, Grutas de Longmen, China

Ananda

En la siguiente encarnación de Moisés, en la que fue Ananda, durante el siglo VI a.C., se hizo discípulo del Señor Gautama Buda. Así, a los pies del iniciado más avanzado del planeta, aprendió a prestar servicio con amor y a aprovechar la paz y el entendimiento que proceden del interior de la llama dorada de la iluminación.

Señor Ling

Después de esa encarnación, vivió en China como el Señor Ling, alguien de la clase gobernante cuya gran sintonización con la Hermandad le capacitó para servir a su pueblo con la acción equilibrada de la llama trina. Al final de esa encarnación ascendió para convertirse en el Dios de la Felicidad. Entonces se dedicó a la llama de oro brillante de la alegría por todos los que evolucionan en este planeta, pues se dio cuenta de que sin esa cualidad, no se puede ascender ni prestar justo servicio a Dios y el hombre.

Reflexiones sobre sus vidas

El Señor Ling ha hablado de sus encarnaciones como Moisés y el Señor Ling:

Pasé hacia otra encarnación, y me habéis conocido en mi última encarnación como el Señor Ling de China. Allí perfeccioné la sabiduría, realicé el saldo de mi karma y desposé la llama de la felicidad Divina. Hice eso debido al gran sufrimiento y depresión que llevan tantos hijos de Israel y Judá que han ido en un estado lleno de la carga de su karma y en un estado de depresión por su ausencia de conocimiento sobre el verdadero sendero de salvación y la promesa del cielo y la victoria en la tierra.

Algunos incluso están casados con el materialismo de una forma mayor de lo que lo estaban en los momentos en que nos encontrábamos en el desierto y a los pies del Sinaí. Sí, amados, el materialismo y los placeres de los sentidos son adictivos. Lejos de mejorar, estas adicciones empeoran.

Por tanto, grabo, como Dios graba en vuestros corazones, los verdaderos misterios del reino, la verdadera comprensión de los requisitos de la Ley y del Sendero. Si no podéis leer este escrito, sabed que arde en vuestro interior, que es un fuego vivo, que es el fuego que se envuelve a sí mismo. Es el fuego de Dios omniconsumidor que, si lo permitís, consumirá en vosotros todas esas manifestaciones inferiores al cumplimiento de la Ley.

Buscad pronto el fuego sagrado y luego la llama violeta y luego los llamados a los siete arcángeles. Porque aquellos de vosotros que habéis descendido de esa progenie de Abraham, habiendo descendido también en última instancia de la progenie de Sanat Kumara, tenéis un destino en esta hora; porque vuestra preparación en la antigua civilización de oro de Jesucristo os hace aptos para ser verdaderos pastores.

Así, Jesús sabía a quién hablaba cuando dijo: «Apacienta mis ovejas»[6]. Están los que son muy capaces de alimentar las almas de millones de personas en la Tierra, y están llamados a ello por su karma y su destino del dharma. Os llamo a todos a esta vocación, pues puede que seáis hijos adoptivos que habéis elegido entrar y reclamar vuestra herencia conjunta con Jesús de la filiación que pertenece a todos los de esta progenie de luz. Por consiguiente, tanto si sois hijos adoptivos como si os consideráis parte de aquellos cuyas tradiciones se remontan a los principios, yo he venido para llevaros al cargo del alto llamado de vuestro destino[7].

Su servicio hoy

El Señor Ling tiene un foco de la llama de la alegría en el retiro de Jofiel y Cristina, en China central. Frecuenta a menudo este y otros retiros de la Hermandad y utiliza la llama de la alegría como un foco, un imán divino, para atraer a la humanidad hacia la conciencia de los maestros ascendidos. Su impulso acumulado de gran alegría le da al Señor Ling un sentido de la vida abundante, la vida santa y hermosa.

Al invocar una provisión abundante para «toda buena dádiva y todo don perfecto», uno debe llamar al Dios Ling además de llamar al Dios de la Naturaleza, el Dios del Oro y Fortuna, la Diosa de la Provisión.

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “Ling, Señor (Moisés)”.

  1. Hechos 7:22.
  2. Éxodo 2:11–12.
  3. Éxodo 3:2, 7, 10, 14.
  4. Sanat Kumara cuenta con detalle este episodio de la misión de Moisés en Elizabeth Clare Prophet, The Opening of the Seventh Seal: Sanat Kumara on the Path of the Ruby Ray, págs. 33–39.
  5. Números 20:3–12.
  6. Juan 21:16, 17.
  7. Señor Ling, “The Code of Life for the Initiate (El código de la vida para el iniciado)”, Perlas de Sabiduría, vol. 34, núm. 32, 30 de junio de 1991.