Orómasis y Diana

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Orómasis y Diana son los directores del elemento fuego, a cargo de los seres elementales del fuego, llamados salamandras, que sirven a este planeta. En la línea de las doce, su cargo bajo la dirección de las cuatro fuerzas cósmicas concentradas en el Eje, estas llamas gemelas prestan servicio desde el retiro de Hércules en Half Dome, en el parque nacional Yosemite, y desde su foco en el reino etérico sobre una isla del mar de Bering, cerca de la costa de la península Kamchatka.

Su servicio

El príncipe Orómasis y la princesa Diana, como su séquito se dirige a ellos, prestan servicio con las jerarquías de Capricornio, Acuario y Piscis para enseñar a la humanidad la maestría del plano etérico; y con las jerarquías de Aries, Leo y Sagitario para enseñar la maestría del elemento fuego. También trabajan con Zaratustra y los sacerdotes de la Orden de Melquisedec.

Siendo del elemento fuego ellos mismos, trabajan de cerca con el cuerpo etérico, o de fuego, del hombre y le ayudan a dominar la acción del caduceo y a abrir los siete chakras, además de regular el flujo de luz por los chakras y alinear los cuatro cuerpos inferiores.

Utilizando su impulso acumulado del fuego sagrado, Orómasis y Diana, junto con las legiones del relámpago azul y los ángeles de fuego blanco a sus órdenes, intensifican y aceleran la acción de las llamas en respuesta a los llamados de la humanidad encarnada. Esta capacidad de acelerar e intensificar la acción de la llama invocada, incluyendo la llama trina en el corazón, los cualifica especialmente para que ayuden en la purificación de los cuatro cuerpos inferiores y en la liberación del cuerpo físico de las densidades de alimentos, medicinas y estímulos impuros. Orómasis y Diana deben ser llamados para que pasen a través de los cuatro cuerpos inferiores de uno, así como el propio entorno, cada veinticuatro horas con el fin de purificar el campo energético propio de los efluvios de las masas del mundo.

Las salamandras

Las salamandras a las órdenes de Orómasis y Diana son seres fogosos cuyas auras ondean con los rayos arco iris del cuerpo causal. Compuestas de fuego líquido que refleja la conciencia de aquellos a quienes sirven, su apariencia cambia constantemente, pues su naturaleza camaleónica refleja instantáneamente el prisma de la conciencia Crística que se refleja en sus formas.

Estos seres son en realidad espejos del Imán del Gran Sol Central e instrumentos de todo maestro ascendido y ser cósmico. Poderosos en su alcance y servicio a la vida, llevan varas de fuego blanco como cetros de autoridad para sostener el equilibrio del elemento fuego en el mundo de la forma.

Las salamandras, siendo del reino del Espíritu sin forma, no están confinadas a ninguna dimensión. Midiendo nueve pies de altura, pueden reducirla, con el destello de una llama, hasta una pulgada. Son seres de un enorme poder. Una vez capturadas por los magos negros, pueden ser muy destructivas, pero al servicio de quienes aman al Cristo –donde aman estar–, no hay nada que no puedan hacer para levantar los estándares de la raza.

El amado Aries ha descrito el trabajo de las salamandras:

Las ardientes salamandras son altas y majestuosas, centelleando en los fuegos del arco iris del Dios Altísimo....

Las ardientes salamandras sirven a la humanidad al consumir, en contacto, los escombros no solo del plano físico sino también de los planos emocional, mental y etérico. El fuego es el único medio por el cual los átomos y los electrones pueden liberarse de la densidad que el hombre les ha impuesto, enviando esa densidad al Gran Sol Central para que sea repolarizada con perfección y usada nuevamente en el gran creación, en la sinfonía de los siglos.[1]

Liberando a los elementales encarcelados

Orómasis y Diana nos dicen que:

Los caídos han reconocido hace mucho el valor que tiene controlar a los seres de los elementos. Lo hacen mediante la ceremonia sangrienta del vudú y el rito satánico, invocando fuerzas demoníacas del plano astral y haciendo hechizos de muerte y destrucción y maleficios que atan hipnóticamente a los elementales para que hagan los que ellos quieran. Bajo estos grandes abusos del fuego sagrado, algunas salamandras así como otros elementales han sido aprisionadas durante siglos, y por eso la humanidad ha temido a los espíritus de la naturaleza y les ha atribuido intenciones traviesas e incluso malévolas.

Así, la prioridad en el orden del día es invocar a las legiones del Arcángel Miguel y a la Poderosa Astrea para liberar a las salamandras aprisionadas, para atraerlas hacia el Imán del Gran Sol Central, al corazón de Dios, para que sean repolarizadas y realineadas con la poderosa voluntad de Dios, que siempre es buena para todos los que toman parte de su copa[2].

La humanidad puede llamar al Arcángel Miguel y a la Poderosa Astrea para liberar a las salamandras y a toda la vida elemental de la negatividad y la magia negra que les impide realizar su servicio con plena obediencia a la voluntad de Dios.

Llame a Orómasis y Diana para que asuman el mando sobre las salamandras de fuego y contengan todos los fuegos incontrolados y destructivos. En el nombre del Cristo, ordene a los elementales que pongan tales fuegos bajo el control Divino. Pida a Helios y Vesta que lleven a las salamandras al Imán del Gran Sol Central para que sean repolarizadas y realineadas con la santa voluntad de Dios. Llame al Gran Director Divino para que detenga las espirales de infamia humana que han aprisionado a los elementales en formas inferiores.

Además, pida que todos los elementales sean limpiados por medio de la alquimia combinada de la llama de la resurrección y la llama violeta. La llama violeta puede consumir todas las sustancias radiactivas que han apesadumbrado a las salamandras y a la Tierra por los usos irresponsables de la energía nuclear. Pida a Ciclopea que dé a todo elemental la imagen divina y la visión divina de la era de oro, la Ciudad Cuadrangular y el Templo la Hermosa para que todo elemental pueda sostener la matriz para la forma perfecta en la Tierra. Pida que la Tierra sea sellada en la matriz esmeralda y en la forma de pensamiento curativa.

Dispensación de doce elementales

El 8 de julio de 1990 Diana anunció lo siguiente:

Hoy he traído conmigo a representantes de los cuatro reinos. A cada uno de vosotros os es dado una tropa de elementales, a algunos uno de cada uno de los reinos. Permanecerán con vosotros y obedecerán vuestras órdenes que estén centradas en el corazón diamantino de María y Morya. Y permanecerán con vosotros siempre y cuando cuidéis de ellos y los nutráis, los incluyáis en vuestros llamados y les deis sólo tareas que estén de acuerdo con la voluntad de Dios; siempre y cuando no abuséis de ellos y los invoquéis para muchos, muchos fines en vuestra vida, sin excluir la curación de los cuatro cuerpos inferiores o el cuidado de las cuestiones prácticas… Así, son niños. Y podéis considerar que hoy habéis adoptado a una pequeña tribu de doce[3].

Véase también

Elementales

Retiro de Orómasis y Diana

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “Orómasis y Diana”.

  1. Amado Aries, "Así como eres purificado por la vida elemental, así purifica la vida elemental", Perlas de Sabiduría, vol. 62, núm. 7, 15 de febrero de 2019.
  2. Orómasis y Diana, Perlas de Sabiduría, vol. 23, núm. 15, 13 de abril de 1980.
  3. Orómasis y Diana, “Call for the Rainbow Fire! (¡Pedid el fuego arco iris!)”, Perlas de Sabiduría, vol. 33, núm. 32, 19 de agosto de 1990.