Llama de la resurrección
La llama de la resurrección es una aceleración de la llama trina en que los penachos rosa, azul y amarillo se mezclan uniéndose en uno solo, adquiriendo la iridiscencia de la madreperla. La presencia del espectro de colores dentro de la llama significa que su intensidad o velocidad está justo por debajo de la del fuego blanco de la corriente de la ascensión.
La llama de la resurrección se utiliza para resucitar y curar los cuatro cuerpos inferiores mediante la emisión del poder encerrado en el núcleo de fuego blanco de todos los átomos del ser del hombre. La llama de la ascensión se utiliza para acelerar sus cuerpos hasta el punto de una reunión total no solo con el núcleo de fuego blanco de sus átomos, sino con su propia Presencia YO SOY. Así, en la invocación de la llama de la resurrección, la luz procedente del interior de los átomos se atrae hacia fuera para sanar la «carne» del hombre. En la invocación de la llama de la ascensión, la propia carne es acelerada hasta la frecuencia de la luz dentro del átomo.
Gautama Buda describe el poder de la llama de la resurrección:
El efecto de esta llama sobre el entorno al que desciende puede compararse con la energía emitida en la desintegración del átomo. Con la llama de la resurrección no solo se movió la piedra, sino que se partieron peñascos, se movieron montañas, descendieron el trueno y el relámpago y aquello que era mortal se desechó mientras Jesús caminó por la tierra para terminar su vida y servicio como una reencarnación plena del espíritu de la resurrección.
El bendito, como Hijo del hombre, demostró lo que las evoluciones del planeta deben demostrar en esta hora[1].
Véase también
Fuentes
Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y el sendero espiritual, págs. 88–89.
- ↑ Gautama Buda, “The Resurrection May Not Be Postponed” (“La resurrección no se puede postergar”), Perlas de Sabiduría, vol. 33, núm. 2, 14 de enero de 1990.