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En su mayor parte, apenas hay rastro del concepto de pecado original entre los primeros padres apostólicos, quienes creían que ningún pecado podía impedir que el hombre eligiera el bien sobre el mal por su propia voluntad.  
En su mayor parte, apenas hay rastro del concepto de pecado original entre los primeros padres apostólicos, quienes creían que ningún pecado podía impedir que el hombre eligiera el bien sobre el mal por su propia voluntad.  


Los primeros teólogos habían jugado con la idea de que el lamentable estado de cosas del hombre está relacionado de alguna manera con la Caída de [[Adán y Eva]] en el [[Jardín del Edén | Jardín]]. Pero fue San Agustín (<small> A </small>. <small> C </small>. 354–430) quien lo convirtió en lo que sigue siendo una piedra angular de la teología cristiana: el pecado original.   
Los primeros teólogos habían jugado con la idea de que el lamentable estado de cosas del hombre está relacionado de alguna manera con la Caída de [[Special:MyLanguage/Adam and Eve|Adán y Eva]] en el [[Special:MyLanguage/Garden of Eden|Jardín]]. Pero fue San Agustín (<small>A</small>.<small>C</small>. 354–430) quien lo convirtió en lo que sigue siendo una piedra angular de la teología cristiana: el pecado original.   


A las personas buenas les suceden cosas malas porque todas las personas son malas por naturaleza, argumentó Agustín, y la única oportunidad que tienen para superar esta iniquidad natural es acceder a la gracia de Dios a través de la Iglesia. Como escribió Agustín, "Nadie será bueno si no fue primero que todo malvado". <ref> Agustín, '' Ciudad de Dios '' 15.1, en Schaff, Philip, ed., '' A Select Library of Nicene and PostNicene Padres de la Iglesia Cristiana '', 1er ser. (Reimpresión. Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Publishing, 1979–80), 2: 285. </ref>
A las personas buenas les suceden cosas malas porque todas las personas son malas por naturaleza, argumentó Agustín, y la única oportunidad que tienen para superar esta iniquidad natural es acceder a la gracia de Dios a través de la Iglesia. Como escribió Agustín, "Nadie será bueno si no fue primero que todo malvado". <ref> Agustín, '' Ciudad de Dios '' 15.1, en Schaff, Philip, ed., '' A Select Library of Nicene and PostNicene Padres de la Iglesia Cristiana '', 1er ser. (Reimpresión. Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Publishing, 1979–80), 2: 285. </ref>