La Diosa Blanca

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Tara blanca (Nepal, siglo XVII)

La Diosa Blanca es una de las muchas imágenes de la Madre del Mundo. Es un principio, y sin embargo, es un ser viviente.

En el Tíbet, la Diosa Blanca es especialmente amada y adorada como Tara, la salvadora. Los budistas tibetanos comprenden que quien va a salvar al mundo es la Madre y que ella viene a salvar al mundo al final de la era del Kali Yuga.

Se dice que Tara nació de un loto que creció en el agua de una lágrima derramada por Avalokiteshvara, quien, como registran los textos antiguos, «vio que a cuantos seres migratorios se llevara de samsara, nunca disminuían, y lloró». Así, Tara es considerada la contraparte femenina de Avalokiteshvara o su consorte divina; y como Kuan Yin, ella es una bodhisattva de compasión. La relación entre Tara y Kuan Yin ha sido tema de mucha especulación. Algunos dicen que Kuan Yin es la homóloga china de Tara y otros creen que las dos son en realidad una sola, el mismo ser.

El símbolo principal de la Tara Blanca es el loto completamente abierto, que representa la apertura de los pétalos de los chakras. Las estatuas de la Diosa Blanca con frecuencia muestran las riquezas de su atavío. Su corona y sus pendientes simbolizan la manifiesta expresión de la vida abundante del Buda y del Cristo. La Madre simboliza que todas las cosas en el universo Material pertenecen a sus hijos, y por eso el sentido de vida abundante es parte de su manifestación. Ella también muestra al renunciante que la verdadera riqueza del cosmos está en las cualidades espirituales. La Madre es quien nada tiene pero lo posee todo, y en este equilibrio hallamos la disciplina del Buda.

Frecuentemente está sentada en la postura del loto, Padmasana, permitiendo el libre flujo de la Kundalini. Su mano izquierda está sobre el corazón y la derecha está extendida con el gesto de dar, encarnando generosidad y el bendecir de toda la vida. El nudo encima de la cabeza simboliza la apertura del chakra la coronilla. Las orejas alargadas y la presencia del tercer ojo simbolizan el uso completo de los sentidos interiores. La oreja grande se puede ver en todos los Budas e indica el contacto con Dios mediante el oído interno y el sonido interno.

La Tara Blanca es una manifestación de la Madre Divina, el principio cósmico de la Madre. Tanto si la llamamos Virgen María como Isis, Tara Blanca del Tíbet o Kuan Yin o Kali o Durga, ella sigue siendo la fuerza de la Madre, la shakti. Ella también vive en usted. Es la luz de la Madre que hay en todos nosotros. Es maestra ascendida y maestra no ascendida. La Diosa Blanca es el núcleo de fuego blanco de nuestros chakras como la luz de la Madre, la energía Kundalini, la luz blanca del centro de cada rayo. Cuando ofrezca adoración a esa presencia en usted a través del rosario, estará elevando las energías de la Kundalini y conectándose con el principio cósmico de la Madre.

En un dictado junto con la Diosa Blanca de 1977, Serapis dijo:

Queridos corazones, el camino de la Tara Blanca es el camino de los que ven la necesidad suprema de la humanidad y están dispuestos a hacer el sacrificio supremo. Debido a su sentido de la oportunidad, leen los tiempos del Señor. Son matemáticos como yo. Son arquitectos de un inmenso destino. Ven los tiempos del enemigo. Y saben que para el juego de punto/contrapunto deben ser como una vara de fuego sagrado, como la punta del diamante, como la disciplina de la energía. Y ahí reside todo su gozo, todos sus juegos y su risa condensados en una intensa esfera de luz. Al hacer girar esa esfera, en realidad disfrutan con deleite Divino de todos los placeres que otros discípulos llevan consigo por la espiral más ancha[1].

Véase también

Madre del Mundo

Kuan Yin

Isis

Notas

Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “La Diosa Blanca (Tara)”.

  1. Serapis Bey y la Diosa Blanca, “Disciplines of the Sacred Centers of God-Awareness (Chakras) for Discipleship East and West (Disciplinas de los centros sagrados de la conciencia Divina (chakras) para el discipulado de Oriente y Occidente)”, 30 de diciembre de 1977.