Thomas Becket

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Thomas Becket on horseback
Thomas Becket

Thomas Becket (1118–1170) was Lord Chancellor of England in the twelfth century under Henry II, archbishop of Canterbury, and an incarnation of the ascended master El Morya. He was deeply devoted to the will of God and endured years of conflict with King Henry II over the rights of Church versus State. Becket was brutally murdered in his own cathedral by four knights who acted in response to Henry's desire to be rid “of this turbulent priest.” For centuries after his death, pilgrims flocked to his tomb at Canterbury and Saint Thomas worked many miracles there.

Vida temprana

Thomas era un hombre de acción, que se deleitaba en el trabajo arduo y en el debate rápido. De joven había sido educado en las mejores escuelas de Europa y sirvió en la casa del Arzobispo de Canterbury, Teobaldo, que lo presentó al rey y lo recomendó para la cancillería. Se dice que Becket y el rey eran un corazón y una cabeza, y es probable que la influencia del canciller fuera en gran parte la causante de muchas de las reformas de la ley inglesa que se le atribuyen a Enrique.

Sir Thomas tenía gusto por la magnifi cencia y se tenía su casa por más elegante que la del rey. Llevaba armadura como cualquier otro hombre de batalla, conducía asaltos y se enganchaba en combates de mano a mano: tenía una fuerte voluntad, era serio y sin embargo de carácter intachable y profundamente religioso.

En 1161 murió el arzobispo Teobaldo y Enrique llamó a Becket para ocupar su cargo. El motivo de Enrique era simple. Al colocar a su amigo en los cargos más altos tanto de la Iglesia como del Estado, Enrique evitaría la tensión tradicional entre el arzobispo y el rey. Becket, sin embargo, vaciló. Previó el inevitable conflicto entre los intereses del rey y los intereses de la Iglesia.

El canciller rechazó la oferta, advirtiendo al rey que esa posición los separaría en cuanto a principios morales. Sir Thomas le dijo: “Hay varias cosas que hacéis ahora en perjuicio de los derechos de la Iglesia que me hacen temer que me pediríais cosas con las que no puedo estar de acuerdo”. El rey no le hizo caso y se apresuró a consagrarlo arzobispo en la octava de Pentacostés, en 1162. Becket finalmente aceptó el cargo como “la voluntad oculta de Dios”.

En obediencia al rey y en sumisión amorosa a la voluntad de Dios, Becket abandonó hogar y primores e inició una vida de asceta. Pegado al cuerpo llevaba secretamente un cilicio. El amado arzobispo pasaba sus días distribuyendo limosnas a los pobres, estudiando las Sagradas Escrituras, visitando el hospital y supervisando a los monjes en su trabajo.

Conflicto con el rey

En su función de magistrado eclesiástico, Thomas era rigurosamente justo. Aunque, por ser arzobispo, Becket había renunciado a la cancillería, contrariando los deseos del rey, aun así, tal como lo había previsto, la relación entre Iglesia y estado pronto se convirtió en la causa de serias desavenencias. Como en aquel tiempo la Iglesia poseía enormes parcelas de tierra, cuando Enrique ordenó que se pagaran gravámenes sobre la propiedad directamente a su erario -cosa que constituía en realidad una forma fl agrante de robo-, Thomas protestó. Por otra parte, un clérigo acusado de asesinar a un soldado del rey fue juzgado en la corte eclesiástica, de acuerdo con una ley mucho antes establecida, y fue absuelto. Surgió una controversia, porque Enrique consideraba que el arzobispo había sido juez parcial.

El rey se quedó enojado con Thomas e insatisfecho; convocó un concilio en Westminster en el que los obispos, presionados por el rey, con reticencia aceptaron las revolucionarias Constituciones de Clarendon, que introducían ciertos “derechos” reales en los asuntos de la Iglesia y prohibían a los prelados abandonar el reino sin permiso. Estas medidas eran seriamente perjudiciales para la autoridad y el prestigio de la Iglesia.

Sin prestar atención a la nueva ley, Thomas cruzó el canal para llevar el caso ante el Papa. Deseoso de venganza, el rey le ordenó que cediera ciertas propiedades y honores e inició una campaña para desacreditarlo y perseguirlo. El rey Luis de Francia se inclinó en favor de la Iglesia y aceptó al arzobispo exiliado.

Mientras se sometía a las estrictas disciplinas cistercianas en el monasterio de Pontigny, Th omas recibió una carta de los obispos y otros clérigos de Inglaterra, que deploraban su “actitud hostil” para con el rey y le imploraban que fuera más conciliador y misericorde. Becket replicó:

Durante mucho tiempo he guardado silencio, esperando que tal vez el Señor os inspiraría para que recuperarais vuestras fuerzas; si cuando menos uno de vosotros se levantara y se apostara como un muro para defender la casa de Israel, y cuando menos en apariencia emprendiera la batalla contra los que no cesan diariamente sus ataques contra los ejércitos del Señor. He esperado; nadie se ha levantado. He sido paciente; nadie se ha apostado. He guardado silencio; nadie ha hablado. He; disimulado; nadie ha luchado, ni siquiera en apariencia... Apresurémonos, pues, juntos a actuar, para que la ira de Dios no descienda sobre nosotros por ser pastores negligentes y ociosos, para que no se crea que somos perros mudos, demasiado débiles para ladrar.

Becket excommunicated the bishops who had aided Henry. He also threatened England with an interdict that would forbid the people from participating in church functions.

The historic quarrel had dragged on for three years when at last King Louis was able to effect a partial reconciliation between Thomas and Henry. Henry invited Becket to return to England, where he was welcomed by enthusiastic crowds. As he entered Canterbury Cathedral it was said of him by a contemporary biographer, “Some saw and marveled at the face of this man, for it seemed as though his flaming heart burned in his very countenance.”

caption
The martyrdom of Thomas Becket, from a medieval Book of Hours (c.1390)

Martyrdom

Becket was met with fierce hostility from some, however. Three bishops who had been excommunicated by Thomas for direct disobedience to the Pope went before the king, who remained yet in France. In a fit of rage, Henry cried out, “What disloyal cowards do I have in my court that not one will free me of this lowborn priest?”

Four barons who overheard the king’s remarks plotted to kill Becket. When the archbishop received word of their plan, he said, “I think I know for certain that I will be slain. But they will find me ready to suffer pain and death for God’s name.”

On December 29, 1170, the barons brutally murdered Thomas Becket in Canterbury Cathedral, four days after Christmas. His last words were, “For the name of Jesus and the defense of the Church, I embrace death.”

El increíble sacrilegio de asesinar a un arzobispo en su propia catedral produjo una reacción de horror por toda la cristianidad. Cuando le llegó la noticia al rey, se dio cuenta de que su observación errónea había causado la muerte de Becket. Enrique se recluyó y ayunó durante cuarenta días; más tarde manifestó públicamente su arrepentimiento en la catedral de Canterbury.

Legado

El cuerpo de Th omas Becket fue colocado en una tumba en la catedral, que se convirtió en punto de reunión de cientos de miles de peregrinos -inmortalizados por Chaucer en sus Cuentos de Canterbury- que llegaron a la catedral para presenciar los milagros obrados por intercesión del arzobispo Becket. Tres años después Th omas Becket fue canonizado santo y mártir.

El film Becket, basado en la obra del mismo nombre de Jean Anouilh, es un retrato dramático de la vida de Thomas Becket.

Véase también

El Morya

Fuentes

Calendario de Días Santos, diciembre de 1993.

El Morya, El discipulo y el sendero: Claves para la Maestría del Alma en la Era de Acuario.

Elizabeth Clare Prophet, 17 de febrero de 1991.