Djwal Kul
Djwal Kul es conocido como el Maestro Tibetano, o el «Tibetano».
Encarnaciones
Hace dos mil años Djwal Kul viajó con El Morya y Kuthumi como uno de los tres reyes magos que siguieron la estrella hasta el lugar donde nació Jesús. En aquel servicio a la Trinidad, él concentró el penacho rosa, Morya el azul y Kuthumi el dorado en el campo energético en niño Jesús.
Previamente, antes del hundimiento de Lemuria, había asistido al Señor Himalaya en la retirada de antiguos registros y tablas para llevarlos a los retiros de los maestros de los Himalayas. Más tarde estudió en las lamaserías de Asia. Los teósofos han dicho que estuvo encarnado como Kleineas, un pupilo de Pitágoras (Kuthumi), como uno de los discípulos Gautama Buda y como Aryasanga[1].
Como «D.K.» y como Gai Ben-Jamin, prestó servicio con El Morya y Kuthumi en sus empeños con Madame Blavatsky y la Sociedad Teosófica. Por su disposición a servir, llegó a ser conocido como «el Mensajero de los Maestros». Djwal Kul fue el discípulo principal de Kuthumi y se dice que vivió cerca de su instructor en el Tíbet.
Su servicio hoy
A finales del siglo XIX, Djwal Kul, El Morya y Kuthumi se ganaron la ascensión, y en la década de 1950 comenzaron a trabajar con el mensajero Mark L. Prophet y luego con la mensajera Elizabeth Clare Prophet para publicar su enseñanza a través de The Summit Lighthouse.
Con Kuthumi, Djwal Kul enseña acerca del aura humana. Él nos da una meditación sobre la cámara secreta del corazón y es uno de los maestros que nos inician en el templo interior, la cámara secreta del corazón, en el sendero del amor. Ha entregado un ejercicio de respiración para la integración de los cuatro cuerpos inferiores que se encuentra en el libro Studies of the Human Aura (Estudios del aura humana/Activar los chakras). También enseña la gran astrología de los maestros ascendidos: las doce líneas del reloj cósmico de los doce senderos de iniciación bajo las doce jerarquías solares. Djwal Kul nos enseña a invocar la llama para la maestría de nuestra astrología diaria, que es nuestro karma cotidiano. Día a día, el karma, positivo y negativo, que llega a nuestra vida puede ser afrontado y dominado mediante estos doce senderos y estas doce llamas.
Djwal Kul nos cuenta una historia que ilustra un elemento de ciencia espiritual:
Esta noche he venido para traeros los vientos frescos del Zuider Zee; y comienzo con un relato de la tierra de los diques.
Vivía allí, al lado del gran mar, un alma dulce que era molinero. Él y su esposa trabajaban juntos para moler el grano para la gente de su aldea. Y sucedió que en toda esa tierra no había comunidad alguna en la que reinara tanta felicidad como en la de ellos. Sus paisanos se maravillaban y se preguntaban, pues se daban cuenta de que algo poco habitual debía haber ocurrido para hacer que los miembros de esa comunidad fueran tan singularmente sabios y felices. Y aunque los propios habitantes nacían, crecían, maduraban hasta la edad adulta y fallecían dentro de la comunidad, jamás en todo su vivir eran capaces de entender el misterio.
Esta noche voy a correr la cortina y voy a deciros qué hacía a la gente de esa comunidad tan feliz y próspera, tan jocosa y sabia.
Era el servicio del molinero y su esposa, y el amor que ponían en la harina. Porque ese amor era llevado a las casas en sacos de harina sobre las espaldas de los clientes del molino y luego era utilizada en el horneado del pan. En cada comida el poder regenerativo del amor del molinero y su esposa era irradiado por toda la mesa y entraba en los cuerpos físicos mientras comían el pan. Así, como el poder radiactivo, la energía de este amor vibrante del molinero y su esposa se extendió por toda la comunidad.
Los vecinos no sabían cuál era la razón de su felicidad y nadie jamás la puedo descubrir. Porque algunas veces, aunque vivan al lado unos de otros, los hombres son incapaces de atisbar el más simple de los secretos de los demás. Y así, los misterios del amor divino continúan desafiando la exploración de la conciencia humana; pero nosotros, los de la octava de los maestros ascendidos, ocasionalmente decidimos dároslos a conocer compartiendo estas joyas con vosotros.
La enseñanza que querría traeros esta noche tiene que ver con las propiedades físicas y su poder de conservar la radiación de los que las manejan. Los alimentos que coméis, amados, cuando los preparan manos cargadas de amor divino, entran en vuestro cuerpo físico y crean un grado mucho mayor de felicidad espiritual de lo que la humanidad comprendería en un principio. Los que son sabios reconocerán la verdad de lo que digo y si deben comer alimentos de fuentes desconocidas, se asegurarán de haber eliminado con la llama violeta transmutadora aquellos impulsos acumulados de creación humana cuya radiación no trae nada bueno a la persona que los come y mucho daño al despreocupado y, por tanto, desprotegido[2].
Retiro
► Artículo principal: Retiro de Djwal Kul en el Tíbet
El foco de la llama dorada de iluminación de Djwal Kul se encuentra en su retiro etérico en el Tíbet. Desde ese punto ayuda a la elevación de la conciencia de la India mediante sus instructores encarnados, los maestros yóguicos de los Himalayas, bajo la influencia de su comprensión de los principios yóguicos, como preparación para un futuro avance en la ciencia de la invocación y la emisión del poder Crístico a través de los siete chakras.
Notas
Mark L. Prophet y Elizabeth Clare Prophet, Los Maestros y sus Retiros, Volumen 1, “Djwal Kul”.