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Sir Thomas tenía gusto por la magnifi cencia y se tenía su casa por más elegante que la del rey. Llevaba armadura como cualquier otro hombre de batalla, conducía asaltos y se enganchaba en combates de mano a mano: tenía una fuerte voluntad, era serio y sin embargo de carácter intachable y profundamente religioso. | Sir Thomas tenía gusto por la magnifi cencia y se tenía su casa por más elegante que la del rey. Llevaba armadura como cualquier otro hombre de batalla, conducía asaltos y se enganchaba en combates de mano a mano: tenía una fuerte voluntad, era serio y sin embargo de carácter intachable y profundamente religioso. | ||
En 1161 murió el arzobispo Teobaldo y Enrique llamó a Becket para ocupar su cargo. El motivo de Enrique era simple. Al colocar a su amigo en los cargos más altos tanto de la Iglesia como del Estado, Enrique evitaría la tensión tradicional entre el arzobispo y el rey. Becket, sin embargo, vaciló. Previó el inevitable conflicto entre los intereses del rey y los intereses de la Iglesia. | |||
El canciller rechazó la oferta, advirtiendo al rey que esa posición los separaría en cuanto a principios morales. Sir Thomas le dijo: “Hay varias cosas que hacéis ahora en perjuicio de los derechos de la Iglesia que me hacen temer que me pediríais cosas con las que no puedo estar de acuerdo”. El rey no le hizo caso y se apresuró a consagrarlo arzobispo en la octava de Pentacostés, en 1162. Becket finalmente aceptó el cargo como “la voluntad oculta de Dios”. | El canciller rechazó la oferta, advirtiendo al rey que esa posición los separaría en cuanto a principios morales. Sir Thomas le dijo: “Hay varias cosas que hacéis ahora en perjuicio de los derechos de la Iglesia que me hacen temer que me pediríais cosas con las que no puedo estar de acuerdo”. El rey no le hizo caso y se apresuró a consagrarlo arzobispo en la octava de Pentacostés, en 1162. Becket finalmente aceptó el cargo como “la voluntad oculta de Dios”. |